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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hay una serie de coincidencias en esta película que son ya tópicas en el cine actual.
Una de ellas es la manía de llevar cómics al cine, otra la de las secuelas cuando un film tiene un cierto éxito, una tercera la utilización de los efectos especiales y creación de personajes por animatronic o de forma digital y finalmente la obsesión por la familia.
Con todos estos elementos se ha creado una nueva aventura de La máscara (1994), el comic creado por John Arcudi y Doug Mahnke que ya interpretó en la pantalla Jim Carrey haciendo de un empleado de banca que al encontrarse la máscara de Loki, allí un dios del mal, asaltaba bancos.
El atractivo que pudiera tener en la primera cinta Jim Carrey aquí se divide entre dos actores Jamie Kennedy y Alan Cumming, aunque los verdaderos protagonistas son el bebé y el perro recreados en muchas secuencias por animación digital.
Aquí Loki, es el dios de las travesuras, que es enviado por su padre Odin a recuperar la máscara, que encuentra un perro en el río y que su dueño, Tim Avery, un dibujante, utiliza en la fiesta de Halloween de la empresa obteniendo unos buenos beneficios de ello.
Su hijo, concebido ese mismo día nacerá con los poderes de la máscara.
La verdad es que en esta nueva cinta que más que una secuela es una aventura distinta, poco tiene que ver con la anterior salvo el uso de la máscara, y tiene los mismos defectos y virtudes de aquella otra.
A la débil historia se le añaden unos efectos especiales que se convierten en protagonistas y casi en un cartoom a los personajes obteniendo así lo más imaginativo de esta película.
Y como mensaje tiene la responsabilidad de ser un buen padre.
Diversión asegurada para toda la familia a cargo de Lawrence Guterman, director de Como perros y gatos (2001), procedente de la factoría Dreamwork y experto en dibujos animados.
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