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CRITICA
Por: PACO CASADO
En algún momento se habló de cine itinerante.
Este tipo de película que supone casi un género moderno, utiliza unos personajes que se mueven ante un paisaje en continuo cambio.
Un ejemplo podría ser 'Easy Rider (Buscando mi destino)' (1969), de Dennis Hopper.
Aunque el encuadrar este film en este tipo de cine no sea nada exacto, sí tiene algo de ello, ya que se trata de una larga carrera desde Beverly Hills hasta Las Vegas.
El motivo no es otro que la negación de un acaudalado padre a Paula Powers, su hija, a casarse con su novio Sam Freeman, que pertenece a una familia pobre.
Al escapar la chica con su pobre novio en el Rolls Royce de su padre y mandar éste a perseguirla, se origina un gran revuelo al ser anunciadas por una emisora de radio una fuerte recompensa de 25.000 dólares por su captura.
Por su parte un grupo de buscadores de esa recompensa están decididos a detenerles.
Todo ello es motivo para que sucedan toda clase de accidentes automovilísticos a lo largo y ancho del trayecto, originando el mayor derroche en destrozos de coches que hemos visto en una pantalla.
Al final todo se arregla... menos los coches.
La anécdota así contada no tiene nada de nueva.
Todo estaba ya inventado y mejor realizado por Stanley Kramer en 'El mundo está loco, loco, loco, loco' (1963).
Las carreras se suceden, los prodigios al volante no tienen cuento, ni el número de coches tampoco, hasta hacerse reiterativo y pesado a partir de la pretendida espectacularidad y conseguir con ello cierta comicidad.
Para dar un poco de más interés y gracia se exagera siempre la nota fácil, pero ni aún así se logra que pase de ser un simple pasatiempo, realizado por un director joven e inexperto, que al mismo tiempo asume el papel de guionista y no conforme con ello también el de protagonista de esta historia.
Cinematográficamente a la cinta habría que atribuirsele a Roger George que es el encargado de los efectos especiales.
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