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CRITICA
Por: PACO CASADO
Cuando Hollywood lleva a cabo una secuela es porque la película anterior ha tenido un gran éxito y sus personajes aún pueden dar más de sí.
Así ocurrió con 'Falsas apariencias' (2000), una de las más taquilleras del 2000, con las aventuras de Jimmy Tedeski, más conocido como El tulipán, un gángster que acostumbra mandar esas flores a los entierros de sus víctimas, de ahí el apodo.
En el film anterior El tulipán ha muerto gracias al truco dental que lleva a cabo con Nicolas Oz, su dentista y vecino, pero en realidad se encuentra plácidamente viviendo en un bungalow a pie de playa en México, retirado del mundo y dedicado a sus tareas domésticas y culinarias.
Su tranquila vida se va a ver interrumpida cuando su dentista preferido y viejo amigo Oz, acude pidiendo ayuda porque la banda de la mafia húngara de los Gogolak han secuestrado a su mujer, y tendrá que ponerse de nuevo en acción y seguir ejerciendo de asesino.
Para la continuación de esta historia se ha vuelto a reunir el mismo reparto, a excepción de Rosanna Arquette, que cubren con discreta eficacia la labor de sus excéntricos y estrafalarios personajes, no faltos de un gramo de locura, y del director ya que Howard Deutch ha sustituido a Jonathan Lynn.
Con una situación casi única el guion nos tiene reservado una vuelta más de tuerca al final.
Un discreto divertimento con algunas gotas de humor, a veces escatológico, con tal de hacer reír, sin mucho interés, que es más de lo mismo de la cinta anterior.
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