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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cineasta californiano James Ivory es el más inglés de los directores norteamericanos.
En tres ocasiones ha adaptado la obra de E.M. Forster ('Maurice' (1987), 'Una habitación con vistas', (1985) 'Regreso a Howards End' (1992) y ahora se enfrenta también a la tercera adaptación de una novela de Henry James (las dos anteriores fueron 'Los europeos' (1979) y 'Las bostonianas'(1984)) autor con el que parece más compenetrado.
Una vez más la historia está ambientada en los principios del siglo pasado en los paisajes italianos e ingleses que tanto le gustan, y allí Amérigo, un príncipe arruinado, se casa con la inocente Maggie Verver, la hija de un magnate norteamericano aunque a quien quiere es a su amiga Charlotte Stant, que no tiene dinero, que termina casándose con Adam Verver, el padre de su amiga, un multimillonario estadounidense que vive en Londres para estar cerca de su querida amante.
Adam quiere volver a Norteamérica para construir un museo.
Con este relato nos da una ácida mirada sobre una aristocracia en decadencia que hace matrimonios de conveniencia para no perder su status mientras va dejando escapar posesiones, títulos y pone riquezas artísticas en manos de una burguesía adinerada que va ganando terreno.
Por debajo se desliza un triángulo amoroso que pone emoción en un relato bastante frío, que no llega a emocionar en ningún momento, a pesar de la buena ambientación y vestuario, de la notable interpretación de los protagonistas, Uma Thurman y Jeremy Northam, seguido por el aplomo y serenidad de Nick Nolte a quien vuelve a usar después de 'Jefferson en París' (1995).
En la banda sonora se utiliza la Sonata para piano de Debussy.
El esfuerzo de Ivory no ha cuajado pero no deja de tener cierto interés.
Premio Evening Standard británico a la mejor técnica artística.
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