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CRITICA
Por: PACO CASADO
Cuando una película tiene éxito se producen a continuación una serie de ellas que tratan de imitarla con mayor o menor fortuna y con un poco de suerte, el género se pone de moda.
Fue el caso de 'El sexto sentido' (1999) y así surgieron con temas parecidos 'Los otros' (2001), 'Mothman, la última profecía' (2002), 'El último escalón' (1999), entre otras.
A ese carro se podía subir 'Dragonfly (La sombra de la libélula)' (2002).
Aquí se cuenta la historia del doctor Joe Darrow, un médico que ha enviudado recientemente, que no cree en la otra vida, que tras perder a su esposa, en una misión médica de la Cruz Roja en Venezuela.
A partir de ese momento vive afligido y obsesionado con ella y cree recibir mensajes suyos desde el más allá, unas veces en forma de libélula (ella tiene una marca en el hombro parecida a ese insecto que era uno de sus preferidos), o bien a través de las experiencias cercanas de los niños, enfermos terminales, a los que cuidaba antes de su muerte que eran sus pequeños pacientes en la sección de Pediatría en un hospital de Chicago.
Tom Shadyac, tras dirigir algunos films de Jim Carrey o Eddie Murphy se pasó al melodrama con 'Patch Adams' (1998) y en esa línea sigue ahora con éste, aunque con toques que nos llevan al más allá.
El guion, bien equilibrado, nos ofrece en este melodrama fantástico que se enfrenta a hechos sobrenaturales, con una historia de buenos sentimientos, en la que se ha sabido salpicar los momentos de interés para mantener en vilo en todo momento al espectador.
La puesta en escena es interesante, está filmada eficazmente. Kevin Costner cumple con su cometido sin demasiada brillantez, destacando en sus breves papeles las oscarizadas actrices Kathy Bates y Linda Hunt.
Nominada como mejor actriz Chea Courtney a los premios Young Artist.
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