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CRITICA
Por: PACO CASADO
Andrés tiene 40 años, es un profesor de música con miedo escénico y deja Madrid para marcharse a Orduña, un pueblecito de Vizcaya, en el País Vasco, para dar clases como suplente en un instituto en el que ha quedado una plaza libre, aunque siempre ha soñado con ser músico en algún momento de su vida.
Un día, durante el transcurso de una de sus clases, nota un fuerte pitido en el oído izquierdo y el médico le diagnostica que tiene un tumor cancerigeno y para salvar el oído tiene que asistir a sesiones de quimioterapia.
Para ir a la consulta debe desplazarse al hospital de Bilbao que pone un viejo autobús médico gratuito, al que se le conoce como El bus de la vida, que recoge cada día a los enfermos de la zona que como él tiene que asistir a quimio o radioterapia.
La risa y la alegría de los pacientes que viajan cada día con él le dan ánimo para continuar y perseguir el sueño de su vida.
El autobús lo conduce una chica joven, Mai, que a su vez es la dueña de la casa donde Andrés se hospeda, y durante el trayecto diario hace amistad con otros pacientes que lo animan, entre los que se encuentra Unai, un joven que ha perdido una pierna y en su lugar tiene una prótesis, que también es músico y se quiere presentar, con un amigo, a un concurso para tocar en la Fiesta Grande del País Vasco.
Andrés también compone canciones para un día grabar un disco con ellas, como ha hecho para un amigo que ya es un cantante famoso, para el que le tiene ya compuesta otra maqueta, que le ha prometido producirlo.
Con todas estas peripecias y algunas más, unas tristes y otras divertidas, transcurre el argumento de esta sentimental historia en la que también hay algo de romance.
Debe haber sido muy duro para Dani Rovira interpretar este film sobre tema semejante al trance que ha pasado en la vida real teniendo que superar un cáncer y en este sentido lo encontramos un poco apagado, por una parte por que su personaje no es muy alegre y por otra por lo que el papel supone para él.
No obstante la alegría la aporta aquí la juvenil Susana Abaitua en el papel de Mai, la conductora del autobús, mientras que la veteranía la aporta Elena Irureta en el personaje de Manuela que lleva un tiempo con su enfermedad y le da consejos a Andrés.
El tema no es para construir una cinta muy alegre pero también el ritmo lento en el que transcurren y las acciones tampoco contribuye a ello, de lo que es responsable Ibon Cormenzana que comenzó en el cine en 1998 en el terreno de la producción y finalmente se pasó a la dirección con 'Jaizkibel' (2001), al que han seguido entre otros títulos 'Los Totenwackers' (2007), 'Alegría, tristeza' (2018), 'La cima' (2022), 'Culpa' (2022) y finalmente 'El bus de la vida' (2024), todo ello sin abandonar la producción y la escritura de guion de todas las películas que ha dirigido, tanto cortos como largos.
En definitiva un drama humano de superación personal, lleno de esperanza y de sueños, tratando de superar la enfermedad, las emociones personales y los momentos conmovedores de amistad solidaria que en algunas escenas se repite y baja el nivel.
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