|
CRITICA
Por: PACO CASADO
En los últimos tiempos se han revisado los más célebres mitos del cine de terror, como Drácula o Frankenstein y ahora le toca a La momia.
Pero mientras llega tan deseada y comercial versión, a Russell Mulcahy se le ha ocurrido hacer esta especie de homenaje al cine de este género con 'La sombra del faraón' (1999), motivo por el que aparece al principio el mítico Christopher Lee.
Un egiptólogo está explorando la tumba de Talos, pero unos poderes extraños hacen que todos mueran en el intento.
Años más tarde, su nieta logra extraer el sarcófago con unas vendas que hay en su interior y lo instala en un museo de la ciudad de Londres.
A partir de ahí desaparecen las vendas y comienzan a suceder tremendos crímenes en los que a cada víctima se le extrae un órgano vital, con el que componer un nuevo cuerpo, según la leyenda.
Una historia de terror como las de antes, con maldiciones egipcias milenarias, pero realizada ahora a base de efectos especiales, gracias a los cuales estas vendas vuelan, estrangulan a las víctimas y componen un enorme monstruo.
El problema está en que a pesar de ser una película tomada totalmente en serio, el argumento cae en muchos tópicos al uso, convirtiéndose en un film que tiene un escaso interés de cara al espectador.
El realizador australiano Russell Mulcahy se instala, una vez más, en su género favorito, el fantástico y el terror, en el que a pesar de darle una estética barroca muy característica suya, con un toque moderno, introduciendo algunos temas como la transmigración de las almas, la religiosidad o los asesinatos en serie, no logra la seriedad debida, y ya sabemos que los efectos especiales no lo son todo para poder lograr una buena producción.
Cierta nostalgia nos da la aparición de algunas estrellas como Shelley Duvall y Honor Blackman en pequeños papeles.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
BANDA SONORA
CLIPS
CÓMO SE HIZO
VIDEO ENTREVISTAS
AUDIOS
PREMIERE