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CRITICA
Por: PACO CASADO
A Ken Russell, nadie le conocía hace unos años, concretamente en 1967 cuando se estrenó su película "Un cerebro de un billón de dólares", cinta policiaca que entraba dentro de la correcta realización inmersa en la corriente de films policiacos y de agentes secretos.
Años más tarde, tras provocar algunos escándalos con películas que tuvieron resonancia a nivel mundial, como "Women in love" o "Los diablos".
Russell ha hecho un alto en su carrera con un sencillo y a la vez complicado homenaje a los grandes realizadores de la época más brillante del musical americano.
En su película ha reconstruido con gran perfección aquellos años, el estilo de baile con los clásicos "paso a dos" o el sonido de claquet muy al estilo de Fred Astaire, Ginger Rogers, con decorados de dudoso gusto, de multitud de colorines, de grandes cuerpos de baile, de chillones voces imperfectas por los incipientes fonógrafos y de inocentes argumentos, en torno al mundo del espectáculo.
Todo esto de aparente sencillez en ser reproducido, está además representado en un complicado montaje en el que se mezcla la realidad con la ficción teatral y la fantasía cinematográfica del personaje del director de Hollywood que contempla la representación.
Con la música y canciones de Sandy Wilson, la coreografía de Terry Gilbert y la valiosa colaboración de una encantadora Twiggy, Russell ha compuesto una película francamente deliciosa para aquellas personas amantes de unos años que ya no volverán de la comedia americana recreando, no aportando nada nuevo con esta versión, a la larga y casi olvidada flmografía del género.
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