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CRITICA
Por: PACO CASADO
A raíz del éxito de "Forja de hombres" y del Oscar conseguido por Spencer Tracy con el papel del Padre Flanagan, la Metro Goldwyn Mayer pensó que aún había materia suficiente como para seguir la serie y explotar un poco más el filón.
La película fue hecha por un artesano como Norman Taurog, hombre que no ha destacado grandemente a lo largo de su extensa filmografía, y juega con los sentimientos del alma humana tocando la fibra sensible de los espectadores.
El truco es ya viejo, y no nos parece de lo más honrado pulsar la famosa cuerda del corazón para obtener los sentimientos que no se logra con la fuerza de una buena película. Recurso facilón que siempre da buenos resultados.
El film se encuentra ya muy pasado y aunque se deja ver con cierto agrado, posee baches en su narración, contrastando en cambio con otros momentos cómicos más destacados, que funcionan mejor en el conjunto de la obra.
La película sirve pare recordar lo buen actor que era Spencer Tracy, lo niño prodigio que resulto ser Mickey Rooney y una notable interpretación de un pequeño actor como Larry Nunn, fuera de serie.
Película de buenos sentimientos, ejemplar en el aspecto moral, que no en lo artístico.
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