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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hace tan solo un par de años tuvimos ocasión de ver en el Festival de Valladolid la primera película de Ralph Nelson titulada "Lirios del valle", que fue maltratada por un sector de la crítica especializada acusándola de dulzona y sentimentaloide.
A nosotros no nos pareció tal, sino por el contrario, una cinta muy interesante en la que se planteaba un doble problema de convivencia, religioso y humano, desde el punto de vista racial.
Nelson nos llega ahora con una comedia producida por un consagrado y joven director norteamericano que aquí, como en sus viejos tiempos, también asume la responsabilidad guionística compartida con Maurice Richlin.
Tal vez se pueda decir que la película hubiera ganado mucho en brillantez si la hubiera dirigido el propio Edwards, pero sin embargo ha salido aventajada en cuanto a la dulzura de tratamiento que ha obtenido en manos de Nelson que la ha dotado de esa peculiar característica suya.
Porque se trataba de una simple y alocada comedia pensada para un divertimento puro, sino que en el trasfondo además laten unos sentimientos que llevan implícitos los personajes y que el director ha sacado a flote.
Basta como muestra citar el personaje que interpreta el gordo Jackie Gleason y las escenas que éste tiene con la encantadora Tuesday Weld en la verbena.
Otra de las mejores escenas de la película es la pelea que entablan los dos protagonistas en el bar, realizada con una limpieza admirable, imprimiéndole a la violencia que encierra en sí una gracia inigualable que la hace de las más divertidas, recordándonos en cuanto a esto la entablada por Wayne y Marvin en "La taberna del irlandés".
La sonrisa y la poesía afloran en todo momento bajo la bonachona presencia de Gleason y la ingenua socarronería de McQueen, que se nos presenta como un buen actor de comedia con una notable interpretación.
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