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CRITICA
Por: PACO CASADO
El veterano realizador italiano Ettore Scola, sigue siendo fiel a su cine, aquel de la denuncia del fascismo de 'Una jornada particular' (1977), por ejemplo, y nos vuelve a mostrar aquí la Italia de esa época, de finales de los años 30, a través de lo que sucede en una calle romana, en la que dos comerciantes de tejidos, Umberto (católico) y Leone (judío), mantienen una dura rivalidad en ofrecer lo mejor y quitarle clientela al otro. Mientras tanto los hijos pequeños son compañeros de colegio y amigos íntimos o el mayor de uno de ellos es novio de la hija del otro.
Esa rivalidad va a ser derribada con la llegada de las leyes que condenan a los judíos, haciéndose solidarios con esa desgracia en lugar de alegrarse de haberse quitado de enmedio su más directa competencia.
Todo transcurre en una calle romana (reconstruida por entero en Cinecitá) en ese pequeño mundo vecinal, íntimo, personal, de personajes cotidianos, de gente corriente, que es pura observación de la realidad, con una puesta en escena con una buena ambientación de la época en pequeños detalles, y con unos actores que incorporan bien sus respectivos papeles.
La pega está, tal vez, en la ingenuidad de la historia, posiblemente por el hecho de estar contada por uno de los niños, en su linealidad, sin altibajos de interés, que hace que no agarre con fuerza al espectador por lo que sucede en la pantalla, a pesar de la importancia de su carga de profundidad.
En su banda sonora con música de Armando Trovajioli, se incluyen temas clásicos como el Vals nm. 2, de Chopin, fragmento de Lohengrim de Ricardo Wagner y la canción Chiribiribin.
Una película equilibrada entre el humor y el drama, que se ve con agrado, pero nada más.
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