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CRITICA
Por: PACO CASADO
Ole Bornedal se destapó con su película 'El vigilante nocturno' (1994).
Al cine norteamericano le gustó y lo llamó para hacer la versión yanqui que se tituló 'La sombra de la noche' (1997).
Cinco años más tarde se embarca en este film, muy distinto a los anteriores, ya que se basa en el libro de Herbjorg Wassino, que se ha convertido en un clásico de la literatura nórdica.
Es un melodrama que recuerda a Cumbres borrascosas en las múltiples versiones que se han llevado al cine y a la televión en el que Dina, a los ocho años, provoca un accidente que ocasiona la muerte de su madre y como consecuencia el desprecio de su padre que la deja al albur de los sirvientes convirtiéndose en una niña salvaje.
Un tutor le hará amar el violoncelo y la transformará en una señorita, rebelde e indomable, que lucha contra el puritanismo de su entorno y las convenciones sociales de la época, que siempre llevará tras de sí la muerte, no sólo de su madre, a la que siempre tiene presente a través de visiones, sino a otras personas que se cruzan en su vida.
El extenso melodrama, en el que suceden multitud de hechos, se compone de amores furtivos, abortos, muertes, odios, hijos bastardos, venganzas, suicidios y mil motivos más.
Se desarrolla en la mitad del siglo XIX en los bellísimos y helados paisajes nórdicos, resaltados por la estupenda fotografía y la envolvente música, dirigido de forma académica y con un estupendo reparto de serios profesionales.
Una cinta que se ve con sumo agrado cuyo interés no decae un sólo instante.
Premio del público y mejor actriz en el Festival de Montreal.
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