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CRITICA
Por: PACO CASADO
Cuando se cuenta con una pareja de actores como Jack Lemmon y Walter Matthau, se tiene ganado una buena parte del éxito de la película, al menos en lo que a ellos respecta que es la interpretación principal del film.
Si se le pone la guinda de la madura belleza de Ann-Margret, es un tanto más a añadir, como también el buen equipo de veteranos que hay detrás de ellos: ejemplo, Burgess Meredith.
La historia que interpretan estos viejos zorros de la pantalla es la de dos amigos fraternales, que vienen riñendo desde la infancia y que a pesar de pelearse a muerte, de ser vecinos que se pinchan y se insultan constantemente, que se llevan como el perro y el gato, no pueden vivir el uno sin el otro.
Su supuesta enemistad viene de antiguo, cuando uno le robó la novia al otro y se casó con ella. Y ahora, ya en plena vejez, se les presenta una nueva oportunidad con la presencia en la vecindad de una madura y apetecible viuda, que ambos vuelven a disputarse. ¿Quien ganará esta vez?.
Ahí está el suspense de esta comedia, por llamarle de alguna manera, ya que éste no es otro que saber de qué manera se la van a jugar entre sí en la próxima escena o que nuevo insulto se propinarán.
Ver a estos dos grandes actores interpretando esta su quinta cinta juntos, es una auténtica delicia.
Ellos no necesitan ni director para saber lo que tienen que hacer. En este caso poseen detrás a un joven realizador, Donald Petrie, que de casta le viene al galgo, procedente de una familia de directores de igual apellido, su padre y su hermano, que debutó con Mystic Pizza, que les deja hacer a sus anchas.
El fruto de la discordia es Ann-Margret, actriz de gran simpatía, que aún se conserva bien en su agradable belleza, acompañada además por la gracia de Burgess Meredith.
Todo ello hace de 'Dos viejos gruñones' una simpática, divertida y aceptable película con una gran interpretación de estos dos monstruos del cine.
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