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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hubo un tiempo en el cine americano que las películas de gran espectáculo, las que se dieron por llamar "de romanos" estaban de moda e incluso sirvieron para luchar contra la llegada de la televisión, entre otras cosas.
Títulos como 'Ben Hur' (1959) pasaron a la historia del cine y fueron galardonados en los Oscar, realizados por grandes directores.
Ya en este nuevo siglo llegó un film, 'Gladiator' (2000) dirigido por Ridley Scott, que resucitó aquel género, uno de los más apreciados de Hollywood, y ganó cinco Oscars.
Ahora casi un cuarto de siglo después nos llega su continuación con 'Gladiator II' (2024), en la que de nuevo vuelve a estar Ridley Scott al frente de esta secuela con escenas sumamente espectaculares y peleas llenas de realismo.
Pasados unos años, tras presenciar la muerte del héroe Máximo a manos de su tío, su hijo Lucius, de pocos años, su madre Lucilla, hace que se vaya para no ser asesinado como su padre.
Convertido en un hombre en Numidia, en el norte de África, se formó como un gran soldado y ahora se llama Hanno.
Tras perder en la batalla de los númidas contra las legiones romanas, dirigidas por el general Acacius, es apresado y convertido en esclavo y luego en gladiador obligado a luchar en el Coliseo para ser testigo y protagonista, posteriormente, de la lucha contra los dos tiránicos hermanos emperadores Geta y Caracalla, que dirigen en esos momentos el imperio romano de manera dura.
Pero cuando un día lo ve cómo lucha en el circo, Macrinus, un rico hombre de negocios, lo compra y lo mete en su grupo de gladiadores.
Este es el comienzo de esta larga historia en la que más adelante vendrá la intriga, que se incluye en el inteligente guion escrito por David Scarpa en la que se incluyen nuevos episodios de estos protagonistas, adornados con espectaculares batallas y luchas en el Coliseo que ilustran la narración hasta el final.
Uno de los factores que deben de llamar la atención del espectador es la espectacular ambientación en decorados y cuidada hasta el más mínimo detalle, como igual ocurre en el montaje a la hora de mostrar las escenas de las batallas.
En ese aspecto se ve la mano y la sensibilidad del veterano director de 86 años Ridley Scott, como igualmente a la hora de dirigir a los actores.
En cuanto a la interpretación está a la cabeza el trabajo que hace Denzel Washington en el personaje de Macrinus que sobresale sobre el resto del reparto y en el apartado femenino Connie Nielsen, como Lucilla, siendo muy correcta la actuación de Paul Mescal como Lucius.
Por otra parte destaca la música creada por Harry Gregson-Williams que acompaña bien a la imágenes.
Es verdad que el metraje es excesivo, pero no pesa en ningún momento en el ánimo del espectador que sigue con avidez el emocionante relato.
En resumen, una intrigante y espectacular segunda parte que no desmerece de la primera.
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