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CRITICA
Por: PACO CASADO
Los misteriosos y violentos sucesos que rodearon el viaje de una familia en la noche de Halloween de 1938, en el Queen Mary y su destino mezclado con el de otra familia a bordo del famoso y suntuoso transatlántico, uno de los lugares que se ha ganado la reputación de estar considerado como uno de los más embrujados del mundo, que ha sido objetos de numerosas leyendas, constituyen buena parte del terrorífico argumento de esta producción.
Se mezclan hechos sucedidos realmente con una trama ficticia de terror que ha sido rodada en el barco original.
A partir de ese momento se desatan una serie de horrorosos sucesos que unirá a la joven familia con el oscuro pasado de este barco.
La acción comienza en 1938 cuando navega el célebre Queen Mary, en el que están embarcados la pareja compuesta por Anne y Patrick Calder junto con su hijo Lukas de ocho años de edad.
Mientras recorren el barco para conocerlo, Lukas se separa de ellos y se pierde.
En la noche de Halloween, una pareja formada por el padre David, un estafador, la madre Gwen que es una adivina y su hija Jackie Ratch que viajan de Londres a Nueva York, que proceden de tercera clase, vestidos con sus máscaras, se cuelan en primera clase en la cena de la fiesta de Halloween ocupando una de las mesas.
La hija es bailarina y se acerca a otra mesa, la de un productor de cine que busca a una nueva estrella y la chica, una adolescente, Fred Astaire que está sentado en la mesa, le ofrece bailar con él, danza que hace siguiéndole con gran destreza, que asombra al productor, que es de lo mejor de esta película.
Ese relato que sucede en el pasado se empareja con otro que ocurre en la actualidad en torno a una pareja que visita el barco para entrevistarse con el capitán ya que desean escribir un libro sobre la historia del citado trasatlántico.
Hay también otra circunstancia en torno a una caldera que está a punto de explotar y el capitán Carradine no quiere apagarla, en contra de la opinión de su segundo Edward Clark; cunde la alarma entre los pasajeros a los que se anuncia que no pasa nada, ya que es parte del espectáculo.
Digamos que este es el amable comienzo, con un poco de emoción, pero después vendrá lo terrorífico de esta historia en la que los crímenes se suceden sin parar a lo largo de la dos horas de metraje que dura la proyección, que pone de los nervios al espectador.
El guion es bastante confuso, la mayor parte del metraje se desarrolla de noche, con lo que la fotografía es bastante oscura, hay momentos en los que no se sabe quien es el asesino, ni los motivos que tiene para llevar a cabo tan horrible cacería humana.
La dirección corre a cargo del realizador Gary Shore, cineasta irlandés, que nos da la impresión de que no ha sabido estar muy acertado a la hora de filmar este embarullado relato cuya única finalidad es provocar el terror a toda costa, con una serie de asesinatos al azar, sin más que pertenecer a este género que tanto gusta a los jóvenes espectadores de hoy.
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