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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine americano a veces no le hace falta recurrir a las comedias francesas para encontrar un tema, sino que en sus propias películas los tiene.
Se da el caso de que en 1979, el guionista Andrew Bergman escribió una comedia, titulada 'Los suegros', que dirigió Arthur Hiller y que interpretaron Alan Arkin y Peter Falk, que resultó tan falta de gracia, que pasó totalmente desapercibida.
Ahora, el mediocre Andrew Fleming se le ocurre volver a realizarla, confiando en la pareja de actores que tiene como protagonista, Michael Douglas y Albert Brooks, que tampoco es que tengan mucha química y resulta igualmente una comedia algo aburrida, que a lo más que llega es a hacer pasar el rato.
Un afable podólogo de Chicago, de vida rutinaria, y un soso vendedor de fotocopiadoras se conocen a raíz de la inminente boda de sus hijos, pero pronto se descubrirá que el vendedor es un agente de la CIA que está metido en impedir la venta de un submarino nuclear e implica a su futuro consuegro en tamaña aventura con peligrosos traficantes, lo que pone en riesgo la boda de sus hijos.
Toda la posible gracia de esta comedia sale del contraste de caracteres y del diálogo, ya que aquí no hay efectos especiales ni espectaculares destrozos, sino situaciones y chistes, a veces de no muy buen gusto.
Entre los actores destaca la breve aparición de la veterana Candice Bergen. La verdad es que no hacía falta esta nueva versión que en nada mejora a la anterior.
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