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CRITICA
Por: PACO CASADO
A Tamra Davis, tras haberle visto su primer film, 'Guncrazy' (1992), remake de 'El demonio de las armas' (1950), que fue incluso nominado a los Globos de Oro, y Los padrinos del novio (1997), la teníamos por una directora que podía dar bastante de sí, al menos en el género del thriller.
Al ver ahora su primera comedia, nos ha decepcionado totalmente. Lo que es este género no está hecho para ella, o al menos cuando se introduce en él con un guión tan malo, tan desmadrado, con unas situaciones y unos personajes tan alucinantes, que convierten esta cinta en un producto basura.
La historia comienza en los años 80 cuando cuatro niños, amigos, se fuman un porro por primera vez. Tras este prólogo se pasa a la actualidad donde cada uno trabaja en un oficio diferente pero están continuamente colgados. Uno de ellos mata a un caballo de la policía con comida basura y para sacarlo de la cárcel los demás se dedican a vender marihuana.
El romance de uno de ellos con una chica de color llamada Mary Juana (chiste fácil) anima un poco la historia, porque el resultado es tan insufrible como lo son cada uno de los personajes.
La película es una apología de lo bien que dicen lo pasan los personajes fumando yerba.
La dirección se encarga de poner en pie este desmadre de la forma más funcional y aséptica posible.
La interpretación no puede ser peor, tan sólo se salva algo Dave Chapelle, el actor de color que se convierte en protagonista, y Rachel True, en la breve intervención que hace la guapa actriz del personaje de Mary Juana.
Insufrible Jim Breuer.
La banda sonora fusila temas de 'Psicosis' (1960), 'Superman' (1978), 'Misión imposible' (1966) entre otros.
Si dicen que estos son los cuatro cómicos más prometedores en estos momentos del cine norteamericano, aviados estamos.
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