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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine americano con bastante asiduidad nos ofrece películas deportivas pero es frecuente también que estén basadas en hechos reales o que tras esas vidas dedicadas al deporte haya algún hecho ejemplar de superación personal.
Así ocurre una vez más con esta historia que se basa en la vida de Ken Carter, un hombre de color que tras estudiar con muchas dificultades en un instituto de Richmond (Virginia) logró unas buenas marcas en el deporte del baloncesto difícil de superar. Con el tiempo se hizo entrenador y terminó adiestrando a los chicos que ahora estudian en el mismo instituto que lo hizo él.
Carter tiene un fácil reto: superar los cuatro partidos que ganaron la pasada temporada, pero para él las miras son más altas: les hace firmar un contrato en el que se comprometen a obtener notas que superen el simple aprobado, sentarse en los primeras filas en clase y acudir con traje y corbata a los encuentros.
Con un férreo entrenamiento comienzan a ganar partidos y a ser la revelación de la temporada, hasta que descubre que no estudian y cierra el gimnasio y suspende un partido decisivo, lo que salta a la primera plana de los periódicos. La afición acaba dividida entre los que ven en él un hombre honesto y los que piden su dimisión. Pero al final consigue que se hagan personas, que sean buenos estudiantes y logren pasar a la Universidad, en lugar de caer en la droga, la delincuencia, acabar en la cárcel si no mueren por un balazo, según indican las estadísticas.
Es un drama humano sobre el coraje, unos principios inamovibles acerca de cómo afrontar la vida y la capacidad para poder superar los obstáculos. Aunque hay algunos encuentros de baloncesto, tal vez lo importante sea el drama humano de estos jóvenes, cada uno con su problema, y lo que su entrenador les logra inculcar.
Un buen trabajo de Samuel L. Jackson.
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