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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine francés sigue inundando nuestras carteleras siendo posiblemente detrás del norteamericano del que más producciones veamos al año.
En una pequeña ciudad de provincias, cuando Marc, un inspector de Hacienda que padece una dolencia cardíaca, pierde su tren para volver a París, conoce a una solitaria y perdida Sylvie, con quien pasea toda la noche hasta el amanecer hablando de todo excepto de ellos mismos, perfectamente compenetrados, pero ambos desconocen sus nombres.
Cuando él sube al primer tren y se va, acuerdan encontrarse unos días más tarde en París, en el Jardín de la Tullerías, sin saber nada el uno del otro, ni siquiera se dan el número del móvil.
Sylvie acude a la cita pero por desgracia Marc no puede debido a problemas en su trabajo, y mientras sigue buscando a Sylvie conoce a otra mujer, Sophie, sin saber que se trata de la hermana de Sylvie, algo que tampoco descubre a pesar de entablar una relación con ella y de tener oportunidad de ver fotos de la familia donde está Sylvie o de asomarse al ordenador cuando las hermanas hablan por Skype en la distancia, una en Francia y la otra en Mineápolis.
Cuando la incógnita desaparece vuelve a asomar la pasión entre ambos, pero en una situación y circunstancia muy diferente a la de como se conocieron.
Los tiempos del corazón no tienen leyes y rompen fácilmente con las reglas en esta especie de melodrama sentimental.
Tiene un guion bien escrito, aunque con algunas situaciones que no se acaban de comprender bien cómo suceden; correctamente filmado y protagonizado, con un buen reparto del cine francés, este sombrío melodrama con aspecto de thriller sentimental, dirigido por el parisino Benoît Jacquot, es un poco artificioso en el desarrollo de ese amor loco y su desenlace en el que los personajes pierden los papeles.
Puro cine francés en el que sobresale el aspecto poético sobre la realidad, el romanticismo sobre el drama.
Hacia la mitad hace aparición una voz en off, algo no frecuente que así suceda, y da un giro el guion con un aire obsesivo por parte del protagonista, lo que resulta algo exagerado, pero si el espectador se deja llevar por la puesta en escena, le captará la atención con su suspense emocional.
Posiblemente uno de los films mejores de Jacquot, un drama pasional, con un aire personal influenciado por la forma de hacer de algunos directores clásicos del cine galo.
Benoît Poelvoorde no creemos que sea el actor más adecuado como para provocar esa pasión tan repentina y en tan poco tiempo, pero va encajando en el personaje, con un buen trío femenino, en el que Catherine Deneuve hace de madre de las dos hermanas, Charlotte Gainsbourg y Chiara Mastroianni, siendo curiosamente esta última su hija en la vida real.
Y en medio de ellas el actor belga muy contenido y diferente a los papeles de comedia en los que suele exagerar.
En su personaje de inspector de Hacienda se muestra muy honrado persiguiendo la corrupción política, pero pierde la compostura con su irresponsabilidad para con los deberes conyugales.
La banda sonora de Bruno Coulais tiene momentos que más bien parece de una película de suspense que de un drama amoroso.
Cuatro nominaciones a los premios Lumiere y una a los Louis Delluc. Pasó por la Mostra de cine de Venecia.
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