|
CRITICA
Por: PACO CASADO
El derecho de la mujer a votar no ha sido reconocido en todo el mundo al mismo tiempo y es curioso que en Suiza, un país avanzado, no se lograra hasta 1971, y aun hay algunas naciones en las que no pueden ejercer ese derecho.
Llama la atención que en cien años, hasta ahora el cine no mostrara interés por tan denigrante desigualdad y lo hace con esta película que cuenta la historia de las sufragistas inglesas en los albores de la Primera Guerra Mundial.
No era una lucha de señoritas acomodadas, sino de gente humilde, la mayoría de ellas no venían de clase alta sino de trabajadoras que veían que sus protestas pacíficas no servían de nada y se empeñaron en una pelea cada vez más dura, dispuestas a cometer atentados para llamar la atención y que se les tuviera en cuenta incluso a perderlo todo en su búsqueda de la igualdad.
Este es el relato de lo sucedido con una de ellas y de otras muchas mujeres que cambiaron el devenir del futuro de su país y de buena parte del resto de la humanidad.
Es fundamental en esta conquista la tarea que llevaron a cabo las sufragistas británicas que lucharon con todas sus fuerzas por la igualdad entre hombres y mujeres haciendo huelgas de hambre y otras acciones violentas para llamar la atención, poniendo en riesgo su libertad y hasta la vida en algunos casos.
Esta temática ofrece una buena oportunidad a las actrices que a veces se quejan de que no hay papeles para ellas y aquí se ha conseguido reunir a un puñado muy interesante que representan a aquellas que lucharon contra la desigualdad, ya que como se dice en la cinta son la mitad de la humanidad, y contra el sexismo.
Ambientada en el Londres de 1912, el guion recoge la historia de Maud Watts, casada y con un hijo, una humilde lavandera del Este de Londres, en una situación inestable que trabaja en condiciones muy precarias, en riesgo de sufrir enfermedades o de ser violada por su jefe, que al conocer el movimiento sufragista se une al grupo de mujeres en lucha por conseguir que se les reconociera el derecho a votar, cuyo lema era "hechos, no palabras".
Esta es una lucha que aún no ha terminado mientras que en igualdad de trabajo la mujer siga cobrando un porcentaje menos que el hombre, como sucedía entonces y continua siendo así.
En un papel carismático, aunque corto, encontramos a Meryl Streep, el de la líder sufragista Emmeline Pankhurst, pero quien asume el protagonismo es Carey Mulligan que está extraordinaria llena de autenticidad como Maud, bien seguida por Helena Bonham Carter y Brendan Gleeson.
Entre los problemas que ellas sufrieron estaba la represión policial, los abusos laborales y hasta perder la custodia de los hijos, que se los quedaba el marido según la ley, lo que suponía un machismo intolerable, pero no es una cinta épica, sino cálida, con momentos emocionantes que deja con ganas de saber más.
Extraordinaria la fotografía que realza la estupenda ambientación de la época y con la música adecuada en cada momento de Alexandre Desplat.
Realizada sin alardes, un poco plana, por Sarah Gavron que hace con éste su segundo largometraje en el que pone la sensibilidad femenina al sentirlo como suyo, dándole más relevancia al problema que a la forma de expresarlo.
Película necesaria sobre las mujeres que pelearon por sus derechos y cuando fue aprobada la ley, en Inglaterra fue restringido a las mayores de 30 años de clase bien.
Ganó dos premios Hollywood a mejor actriz Carey Mulligan y música: Alexandre Desplat. Premio del público en el Festival Mill Valley. Premio Tangerine en el Festival Hamptons.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
CÓMO SE HIZO
AUDIOS
PREMIERE