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CRITICA
Por: PACO CASADO
Esta película está ambientada durante la crisis económica que tuvo lugar entre los años 2007 a 2010, cuando cuatro amigos, especializados en fondos de inversiones, indignados con el sistema de los grandes bancos, los medios de comunicación y el gobierno deciden apostar contra el mercado y ganaron, dejando a un lado la decencia y la moral.
Cuando estos tipos, fuera del sistema, descubren que todos se niegan a reconocer el colapso de la economía que se sustentaba en un mercado inmobiliario fraudulento, tienen una idea: la de apostar en contra y ganaron millones de dólares, con sus inversiones de riesgo.
Es la adaptación libre del libro de no ficción de igual título de Michael Lewis, que se convirtió en un best seller, que reflexiona y trata de explicar la quiebra del sector inmobiliario norteamericano que originó la crisis económica mundial reciente, algo que era impensable que se pudiera adaptar al cine.
Una sátira política coral de unos tipos listos que se anticiparon a la crisis y supieron ver lo que podía suceder.
Este director tan solo había hecho comedias, como 'Hermanos por pelotas' y esta es una historia real, bastante difícil de comprender, por lo que no se creía, a priori, que fuera el realizador más adecuado para llevarla a cabo, de lo que sale de forma más o menos airosa para la dificultad que entrañaba.
Para ello cuenta con un guion difícil en el que colabora con Charles Randolph basándose en el citado libro 'Un sueño posible', del periodista económico y escritor Michael Lewis que, lógicamente, sabe lo que tiene entre manos, que es un apoyo muy importante para su logro.
Otro tanto de lo que ocurre con el director, Adam McKay, sucede con Steve Carell, un actor acostumbrado a hacer comedias que aquí hace una muy seria y contenida interpretación de Mark Baum, uno de los implicados en el descubrimiento de lo que se nos venía encima, junto a Christian Bale que encarna al Dr. Michael Burry, primero en darse cuenta del fraude de las hipotecas sub-prime, que son dos de los actores que echan sobre sus espaldas el edificio de esta complicada película junto a Ryan Gosling y Brad Pitt en un pequeño papel además de productor, entre otros.
Los personajes están bien dibujados, pero todo se enreda en un ir y venir de unos y otros a los bancos que no le creen o en apostar contra ellos para que al final el Estado saliera en su defensa dándoles el dinero perdido, pero no a las víctimas de sus desafueros delictivos de los nadie ha ido a la cárcel ni ha devuelto los capitales.
Estos individuos descubren la burbuja inmobiliaria y hacen inversiones a la contra para obtener beneficio cuando llegue el colapso.
El film es didáctico y muestra la avaricia de los bancos que se aprovecharon de la codicia de algunos para sacar beneficios creando esa burbuja inmobiliaria que cuando se desinfló llevó a la ruina a tantas personas que perdieron sus patrimonios, sus casas y los indujo a la ruina más absoluta, que fue motivo de algunos suicidios.
Pero esto, que ya conocíamos por los periódicos, no llega al gran público, que se sale de la sala porque no entiende nada, ya que está expuesto de forma fría, sin dramatismo, y si no se establece esa comunión con el espectador (a menos que sea un experto en finanzas), resulta que es un ejercicio inútil.
Para tratar de evitarlo a veces se recurre a alguna actriz conocida como Selena Gomez y Margot Robbie o Anthony Bourdain un cocinero famoso para explicarnos el caos financiero de forma más llana y sencilla para que lo entendamos todo, pero ni aún así. Algunos nombres reales han sido cambiados.
Hollywood mira este fraudulento negocio de manera indulgente pero se olvida de sus víctimas y está bien denunciarlo.
Cinta llevada de forma ágil, con buenas interpretaciones que la salvan de alguna manera, con un desenlace que al final hace una reflexión sobre los peligros de la economía, en unos rótulos que aclaran algo más lo que pasó.
A pesar de sus nominaciones al Oscar no parece que sea la más adecuada a ser premiada como ya ocurrió en los Globos de oro.
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