El gran actor Anthony Quinn era un hombre de auténtica inquietud cultural. Lee mucho y se preocupaba de relacionarse con gente valiosa intelectualmente. Algo tan natural como eso le resultó un día incomprensible a un compañero: "Pero, hombre; si tú ya tienes hecha tu carrera" le espetaron, a lo que Quinn respondió: "Nadie que no sea tonto puede considerar que tiene hecha su carrera".