Hace mucho tiempo vio Fred Astaire una de aquellas películas que protagonizó con Ginger Rogers. Baile, baile y más baile. Y comentó con un amigo: "Que barbaridad. Estoy asombrado". "De qué?" le espetó el amigo, a lo que Astaire respondió: "De que no me cansase de bailar tanto para hacer esa película. En cambio, hoy, sólo de verla, me duele todo el cuerpo".