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CRITICA
Por: PACO CASADO
El realizador canadiense, de origen armenio, que se reveló a en la Semana de cine de Valladolid y su obra conocida a través de los cine-clubs y salas especiales con películas como 'Exótica' (1994), fue reconocido como un notable autor con 'El dulce porvenir' (1997), al ser nominado al Oscar como guionista y director.
Ese film cambió también su puesta en escena, menos preocupado por las complicaciones argumentales y más dedicado a una forma serena y exquisita.
Deja también sus guiones propios y se basa en textos ajenos, como vuelve a hacer de nuevo con 'El viaje de Felicia' (1999), en donde adapta la estupenda novela de William Trevor para exponer el mundo de dos seres vulgares.
Felicia es una joven escocesa de 17 años, que se ha quedado embarazada de un chico británico, repudiada por su padre, que va en su busca y se tropieza con Hilditch, un solterón en el que encuentra refugio, sin sospechar que encierra un tremendo pasado.
Hay unos apuntes interesantes en el rechazo del padre, en la pérdida de la inocencia enfrentada a la perversión de la madurez, en el choque de dos culturas, la rural y la industrial de Birmingham.
Es en definitiva un retrato de la desilusión humana.
Y sobre todo hay una interpretación excepcional de Bob Hoskins, muy bien seguido por la joven Elaine Cassidy, con una exquisita y personal puesta en escena, menos críptica y más asequible, pero coherente con sus constantes y habitual estilo de Atom Egoyan.
Ganó cuatro premios Genie: guion Bob Hopkins, fotografía y música. Premio a la fotografía en Valladolid.
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