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CRITICA
Por: PACO CASADO
La historia inmediata de nuestro país da pie para relatos fílmicos a poco que se tomen estos de los periódicos, ahora que se pueden contar tras la desaparición de la censura, como sucede en esta La fuga de Segovia (1981) de Imanol Uribe.
Se basa en el libro de ╡ngel Amigo, uno de los protagonistas etarras de aquella evasión histórica ocurrida el cinco del mes de abril de 1976.
Se narra la fuga de unos presos de la organización terrorista ETA político militar de la cárcel mientras estaban en espera de la celebración del juicio.
Después de planear una larga y minuciosa evasión, treinta presos de la organización terrorista ETA, se fugan de la prisión de Segovia.
Tan sólo cinco de ellos lograron llegar al extranjero, donde fueron detenidos por la policía francesa.
Todo lo que se nos cuenta es real y está expuesto como en una película norteamericana, tratando de centrarse en los hechos y eliminando los antecedentes preparatorios y la descripción de personajes para hacer el relato lo más cinematográfico posible, lo que hace que queden algunos huecos en el guion que no lo hacen muy creíble, a pesar de ser todo cierto.
Imanol Uribe, tras debutar con su ópera prima El proceso de Burgos (1979), especie de documental reconstruido, realiza con éste su primer trabajo dramático de ficción.
Como director lo hace bien, con sentido del ritmo y de las imágenes, sabe colocar adecuadamente la cámara, con una buena dirección de actores, aspecto en el que destaca especialmente la sobriedad del actor Mario Pardo, el mejor sin duda del reparto.
La dirección resulta más brillante en la primera parte, dentro de la prisión, que en la segunda, cuando la cámara sale fuera para filmar la fuga.
Está contado en un largo flash back en el que una periodista entrevista en euskera a uno de los protagonistas, por lo que buena parte de la narración se nos ofrece con subtítulos en español.
Presentada en el Festival de cine de San Sebastián, consiguió el Premio de la Crítica Internacional por "su visión imparcial de los hechos auténticos habiendo tenido una gran repercusión política a nivel mundial."
Es esa una de la mejores virtudes de este film, junto a los aciertos antes apuntados, así como tambien destaca la buena fotografía de Javier Aguirresarobe que logró el Gran Prix en el Festival de cine de El Cairo.
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