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CRITICA
Por: PACO CASADO
Pocas películas nos llegan del vecino país portugués que realmente no tiene una producción abundante, pero sí fama de ser sus producciones más bien lentas y poco comerciales, cosa que podemos comprobar anualmente en el Festival de cine Iberoamericano de Huelva.
'La venganza de una mujer' (2012) nos llega con cuatro años de retraso a nuestras pantallas, con escaso número de copias para su exhibición y en versión original subtitulada en español lo cual no contribuye mucho a su divulgación en nuestro territorio nacional.
Este drama es una adaptación libre y cinematográfica de uno de los seis cuentos más famosos del polémico autor francés Jules-Amédée Barbey d'Aureville (1808/1889), incluido en la novela corta 'Les Diaboliques', publicada en 1874, que están entre la amoralidad y el crimen.
Roberto es uno de esos hombres acaudalado para los que la simulación es todo un arte. Es un dandy, un hombre impasible, impenetrable y enigmático, que disfruta de la diversión aristocrática, pero que resulta una persona aburrida por haber probado y satisfecho todos los placeres de este mundo.
Para unos se trata de un caballero refinado, para otros tiene fama de ser un libertino. En cualquier caso, Roberto es un hombre sumido en el más profundo de los aburrimiento, hasta que conoce a una cortesana que le introduce en una historia de amor verdadero, pero también de pasado imperfecto.
Una noche, de vuelta de los salones de Lisboa tras un prolongado viaje, se cruza con una misteriosa mujer, una duquesa, esposa de uno de los más adinerados hombres de España, que le cuenta una historia de amor apasionado y un horrible crimen, que se venga de su cruel marido dedicándose a la prostitución.
El guion le da a este relato un aspecto teatral desde que en el comienzo se nos presentan las bambalinas de un escenario con decorados artificiales y donde hay una especie de narrador o apuntador que sirve de transición a varias escenas, algunas de las cuales están filmadas con telones pintados de fondo, mientras que en otros momentos, sin embargo, son escenarios naturales de salones o estancias lujosas que detentan la clase social en la que se desenvuelve el personaje de ese siglo XIX en que se desarrolla la acción.
Cuarto título en la filmografía de la veterana realizadora portuguesa Rita Azevedo Gomes que lleva haciendo cine desde que debutó en la dirección en 1990 aprendiendo de maestros como Manoel de Oliveira a quien le pidió trabajar con él y del que posiblemente ha adoptado su técnica de hacer cine, indudablemente cuidando mucho la manera de filmar, la mayoría de las veces a base de largos planos fijos y excepcionalmente algún travelling de alejamiento o lentísimos movimientos laterales de la cámara para dejar ver alguna figura o personaje que como en el teatro suelen entrar o salir del cuadro, donde igualmente juega con la luz para fundir pasado y presente trasladándose de un escenario a otro sin solución de continuidad.
En cuanto a la interpretación es todo un recital teatral de los actores, principalmente de Rita Durao que es quien cuenta y protagoniza la pretérita historia de amor y de Fernando Rodrigues que la escucha atentamente.
El film tiene una buena ambientación y vestuario cuyas imágenes se ven envueltas en las partituras de varios autores clásicos que se adaptan bien a lo que en ellas se cuenta.
Cinta de un gusto exquisito pero lenta, fría, falta de ritmo, poco emocionante, que no capta el interés del espectador por lo que resulta aburrida y como decía Luis Buñuel, eso es pecado mortal en el cine.
Premio Autores a Rita Durao, ganadora también del trofeo Andorinha en el Festival Cineport. Tres premios en el Coimbra Caminho do cinema Portugues: dirección artística, fotografía y vestuario.
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