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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine brasileño no suele frecuentar nuestras pantallas, pero en esta misma temporada ya hemos visto más de una producción de esa nacionalidad.
En un fin de semana durante el invierno, dos jóvenes intentan reavivar su amistad en presencia de un frío mar embravecido. Es una película sobre la amistad y la búsqueda de la sexualidad.
Estos dos amigos de siempre, Martin y Tomaz, pertenecientes a la clase alta, emprenden un viaje al sur de Brasil, enviado por el padre del primero para cumplir un encargo en torno a una herencia, reclamar unos documentos de cuestiones personales a unos familiares a los que no ve desde hace al menos diez años y con los que al parecer las relaciones no han sido muy buenas. Los dos chicos permanecen dos días en la casa familiar de la playa, momentos que aprovecharán para tener una fiesta con varios amigos y amigas en la que circulará el alcohol y habrá sexo, en el que se descubrirán a sí mismos hasta desentrañar sus personales sentimientos de la forma más natural posible en este drama brasileño.
Es un viaje a los orígenes familiares, a la búsqueda de la edad adulta y a la identidad sexual, un viaje que es una simple excusa en la que apoyarse para contar esta historia rellena a base de situaciones inanes que no interesan para nada.
El guion no posee entidad, apenas si tiene más argumento que el que se ha expuesto líneas arriba, en el que no pasa casi nada y eso provoca que la puesta en escena alargue los planos demasiado sin necesidad y sin que tengan una función, en una narrativa convencional, algo rutinaria con una búsqueda de estilo que no encuentran y que se podía haber contado con menor afectación.
A veces usa la cámara a mano, no siempre de forma justificada, y con buen empleo de la misma.
La interpretación de los dos jóvenes apenas se reduce a la simple presencia ya que no tiene justificación dramática en ningún momento y sí un cierto morbo en las escenas sexuales del último tercio y finales.
Cuando estos dos directores brasileños, Felipe Matzembacher y Marcio Reolon, coincidieron en la escuela de cine, se dieron cuenta que habían tenido una educación parecida, compartiendo los mismos temores y deseos similares.
Ambos pasaron los veranos en la misma playa, aunque nunca se encontraron durante ese período de tiempo.
En consecuencia decidieron crear dos personajes en base a esas experiencias que tuvieron ambos cuando tenían 18 años.
El film es la ópera prima compartida de los dos en la que mezclan las memorias de esos momentos tan importantes de sus vidas.
Premio mejor película y especial del jurado en el Festival de Río de Janeiro.
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