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CRITICA
Por: PACO CASADO
El director de 'Boyhood' (2014) y de la trilogía de 'Antes de...' Richard Linklater, un realizador sobrevalorado por cierto sector de la crítica, nos invita a un viaje en el que nos transporta a los años 80 en los que Jake Bradford llega a la Universidad de Texas en su deportivo y un cajón con su colección de vinilos.
Le esperan sus nuevos compañeros, un grupo de jugadores del equipo de béisbol donde él jugará como pitcher. Quedan sólo tres días para que arranque el curso, pero piensa aprovecharlos para conocer chicas, ir a fiestas y hacer amigos.
Estos chicos tras comenzar la etapa universitaria han de empezar a pensar en ser conscientes de que se hacen mayores y tienen que tomar responsabilidades, pero resulta todo lo contrario, no hacen más que ligar con las chicas, divertirse, beber, fumar porros, hacerle gamberradas a los novatos y pasárselo bien.
Lo que mejor se le da a este director es plasmar el paso del tiempo y vuelve a hacerlo con esta época autobiográfica de su etapa universitaria en la que nos devuelve a la locura de la juventud apoyándose en sus experiencias, con este grupo de jóvenes que camina hacia la edad adulta.
Tal vez no es el ideal como para que nos identifiquemos con ellos por lo distante que están de nosotros pero este ejercicio nostálgico nos traerá otros recuerdos alegres cuando acudan a la memoria vivencias más o menos similares.
Película entretenida en la que el director vuelve a contar con actores jóvenes y desconocidos lo que ayuda a recuperar esas sensaciones pasadas y a pensar si éramos tan despreocupados y qué era ese algo que todos queríamos, como reza el título español.
En alguna forma esta comedia coral algo aburrida, superficial y banal como sus estereotipados protagonistas, es una especie de continuación de una de las comedias de sus inicios, 'Movida del 76' (1993), en la que contaba las andanzas de un grupo de estudiantes de secundaria en el último día de clase y en ésta avanza a la década de los 80 y al ambiente universitario que se desarrolla en el fin de semana antes de comenzar el curso, momento en que hacen amistad los muchachos ya en edad de iniciación a la madurez, una etapa siempre difícil y compleja que el director nos la ofrece sin melancolía.
En la primera parte nos presenta una fraternidad masculina en la que sus componentes no desan más que ligar y pasarlo bien con sus habituales gamberradas, con diálogos procaces siempre en tornmo al sexo, pero en la segunda Jake se pone un poco más serio y comienza una historia de amor con Beverly una a las chicas que estudia arte dramático y no sabe nada de deporte como él de las artes escénicas.
Realizada sin la pedantería de la trilogía, refleja el mundo de la gente joven, de la diversión, con pequeñas situaciones con el desenfreno, la diversión, el alcohol, el sexo, la amistad y el deporte.
Para los espectadores que vivimos aquellos años se pasa bien escuchando las canciones de esos momentos que se incluyen en la banda sonora y el trabajo de unos actores jóvenes, pero experimentados, que representan a personajes de chicos muy diversos con el descaro de los 18 años, que van desde el más tonto al que sobrevive en la universidad, sin darse cuenta de la vida que llevan, haciendose mayores y sin llegar a madurar.
El director intenta en cada film encontrar la manera distinta de contarlo y aunque argumentos más o menos parecidos a éste los hemos visto a menudo, trata de darle una cierta clase, aunque todo es tan desmadrado, que resulta poco creíble.
El guion incluye los rótulos que indican los días e incluso las horas que faltan para que comiencen las clases y algunos no saben todavía cuales van tomar mientras que a otros les da igual con tal de seguir viviendo como universitarios mientras puedan.
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