|
CRITICA
Por: PACO CASADO
Esta película se podría situar dentro del subgénero de las comedias cuyos argumentos se desarrollan en la cocina o algo tiene que ver la gastronomía o como es este el caso de un obrador de pan y pasteles para surtir al establecimiento anexo para la venta al público de sus dulces productos, ya que forma parte del escenario y algo tiene que ver, además de incluir un programa de televisión con cocinero que hace sus platos en directo.
Vivien y Chloe son dos primas que heredan la histórica panadería de su tía Isabelle, que las ha criado como si fuera su madre, pero tienen muy distintas visiones acerca de lo que quieren hacer con ella: mantener la esencia vintage o cambiar radicalmente el negocio y adaptarlo a la modernidad de Brooklyn.
Pero no sólo tienen opiniones distintas en el negocio, sino también en el amor.
Sin embargo, tendrán que unirse cuando descubran que el local está en peligro de ser desahuciado, ya que su tía dejó una gran deuda con el banco que ahora, tras expropiar la vivienda, también quiere hacerse con el establecimiento para amortizarla.
Por medio están también dos elementos masculinos, Paul, empleado del banco, que desea ayudarlas poniéndose de su lado, y Fernando, un cocinero que tiene un programa en la televisión, donde trabaja Chloe, que a pesar de sus diferencias terminará ayudándola para evitar que el sueño de su tía se desvanezca.
Como se puede ver por estas líneas, se trata de una comedia más o menos romántica que tiene como base ese pequeño gran conflicto familiar, que es una endeble base para aportar la materia prima necesaria que sustente una comedia como es debido, con situaciones muy previsibles y escenas poco cómicas como en las que se encuentra Ian con Daniela, una decoradora que igualmente se ve metida en el lío, papel que interpreta la española Blanca Suárez, mientras que el protagonismo femenino se lo reparten entre la simpática Aimee Teegarden y la algo más seria Krysta Rodriguez apoyadas por Ward Horton y Aitor Luna, como sus respectivos pretendientes.
Esta pequeña coproducción es la típica comedia costumbrista que tiene todos los tópicos del género, con personajes pintorescos, situada en el barrio de Brooklyn como escenario que así reza en el título del film y un enredo familiar en tono cómico para salvar el establecimiento, con escenas convencionales, con muchas buenas intenciones, ilustrada con algunas vistas de la ciudad.
Está llevada a cabo con una eficaz realización por el madrileño Gustavo Ron, que viene de familia hostelera, el director de 'Mia Sarah' (2006) y 'Vivir para siempre' (2010), que hace aquí su tercer largometraje que no acaba de sacarle todo el partido que debiera a la comicidad, ni siquiera cuando utiliza el slapstick entre las dos primas al comienzo, en una escena que promete, para después dar marcha atrás y contarnos cómo llegaron a esa situación.
La música de Lucio Godoy es la adecuada y hasta nos hace pensar por momentos que estamos ante una auténtica comedia americana.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
BANDA SONORA
VIDEO ENTREVISTAS
AUDIOS
PREMIERE