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CRITICA
Por: PACO CASADO
Muchas veces nos preguntamos si un film que tiene éxito debe seguir ofreciendo más historias, porque en la mayoría de las ocasiones esas segundas o terceras partes nunca son mejores que la primera y lo que termina sucediendo es que al guionista de turno se le acaban las ideas de por dónde hacer moverla historia y se estrella contra un muro.
La que nos ocupa en esta ocasión es la tercera entrega de una saga que se inició con 'Los visitantes: no nacieron ayer' que data de 1993, la cual se hizo un hueco en la comedia y dio lugar a una secuela en 1998 'Los visitantes regresan por el túnel del tiempo', la cual no llegaba a la primera, pero como el éxito continuaba en 2001 se decide enviar a los mismos personajes hasta Estados Unidos con 'Dos colgados en Chicago', que digamos era un remake de la primera.
Ahora cuando han transcurridos 18 años desde la última entrega nos llega este nuevo largometraje el cual se desarrolla en la época de la Revolución francesa donde todos los días se decapitaban a varios nobles y donde nuestros queridos Godofredo y su sirviente Delcojón se encuentran hechos prisioneros por las fuerzas del cambio.
Gracias a una artimaña de Godofredo logran escapar de prisión y decidido este a encontrar un mago que le devuelva a su época, donde las cosas no están tampoco lo que se dice muy bien.
Christian Clavier y Jean-Marie Poiré vuelven a escribir la historia de esta nueva aventura, pero es como si no hubiesen existido las anteriores películas pues en esta se aprecia un cambio excesivamente radical con respecto a las anteriores.
El argumento ideado nos muestra un sin sentido a lo largo y ancho de toda la trama, burda, sin gracia alguna, con un dialogo excesivo e intentando todo el tiempo causar la gracia a través de los vocablos que utilizan.
La verdad es que esta tercera entrega dista mucho de las anteriores y es una lástima pues aunque las dos anteriores tampoco es que tuviesen un nivel alto al menos eran entretenidas, ésta en cambio es todo lo contrario.
Aquí no encontramos absolutamente nada que nos recuerde a los personajes de antaño, es como si hubiesen mutado, con un guion carente de sentido, con más de una secuencia desagradable y con un mal gusto impresionante.
En cuanto a la interpretación, los protagonistas absolutos son un Christian Clavier que en otras ocasiones está mucho mejor que aquí y un Jean Renó al que se le notan demasiado los años y no termina de hilar fino.
El resto del reparto, de caras prácticamente desconocidas por estos lares, hacen lo que pueden ante un guion tan pésimo como el que se han encontrado aquí.
Jean-Marie Poiré no ha tenido mucha fortuna con esta tercera entrega en cuanto a la dirección, siendo esta plana, carente de agilidad, sin fuerza y lo que es peor, nos ofrece un relato sin ritmo alguno donde el espectador se aburre hasta el fin ya que nunca ocurre nada en la pantalla, los personajes se dedican a ir de un lado para otro sin ton ni son.
Y lo peor de todo ello es que la cinta queda abierta para una posible continuación con un esperpéntico final.
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