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CRITICA
Por: PACO CASADO
Ed y Sarah buscan una casa en Escocia y tras encontrar una granja aislada en la frontera y a buen precio deciden comprarla. Tres meses después de haberla reformado, la convierten en su nuevo hogar y van a pasar su primer día en ella organizando muebles y enseres.
Cuando llega la noche un accidente doméstico les deja sin luz y lo que debería ser un nuevo y feliz comienzo de su existencia, lejos de la estresante ciudad de Londres, se va a convertir en una auténtica pesadilla que pondrá en riesgo sus vidas.
El director británico Simeon Halligan hace con 'Los intrusos' (2014) su segundo largometraje tras realizar tres cortometrajes y debutar con 'Splintered' (2010), no estrenado entre nosotros.
Se trata de un thriller lleno de tensión y angustia en el que se ve metido la pareja protagonista en la inhóspita granja al ser atacados por una serie de nativos que ocultan sus rostros con unas máscaras de cerditos que tratan de asustarlos para que se vayan de allí, debido a las tensiones políticas subterráneas existentes entre el Reino Unido y Escocia, llegando a secuestrarlos y maltratarlos cruelmente mientras tratan de escapar durante la aterradora noche huyendo a través del bosque cercano.
El argumento, como se puede ver por las líneas precedentes, es bastante corto, por lo que la primera parte se dedica a las tareas antes anunciadas y en la segunda parte se centra todo el terror de manera reiterativa en situaciones y escenas mil veces vistas o casi vistas ya que se desarrolla la acción de noche con lo que poco deja entrever de lo que le ocurre a los protagonistas. ¡Y tiene un premio a la mejor fotografía!
Esta producción casi se nos antoja un ejercicio de escuela que a pesar de su corto metraje se hace reiterativa debido a su breve anécdota practicando el género de terror en el que algunas de las situaciones no se justifican.
La cuestión es que estas cintas que están hechas con cuatro cuartos y escaso número de actores son fáciles de producir y encima después suelen dar dinero en las taquillas, ya que el público joven de hoy que acude al cine es bastante adicto al género terrorífico y a veces mientras más malas mejor se lo pasan, por ello los productores no tienen inconvenientes en arriesgar su dinero sabiendo que en la mayoría de los casos hacen una buena inversión.
La puesta en escena es de lo más vulgar, el guion es elemental, la interpretación es más bien irregular y el resultado ya se lo pueden imaginar.
Trofeo Festival a la mejor fotografía en Screamfest 2014. Pasó por los festivales Fantasporto y Sitges.
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