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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras ser presentada en la sección Midnight Madness del Festival de cine de Toronto y pasar por el Festival de cine de Sitges llega a las pantallas españolas esta historia terrorífica que se cuenta en 'La autopsia de Jane Doe' (2016), de André Ovredal, tercer largometraje del director noruego y primero suyo que vemos en España.
Tommy y Austin Tilden regentan una morgue y un crematorio en el pequeño condado de Granthan, en Virginia.
Un día, el sheriff local les entrega un cadáver, al que han dado el nombre convencional de Jane Doe, ya que se desconoce su identidad, que fue encontrado en el sótano, desnudo y semienterrado, tras el homicidio múltiple perpetrado con los miembros de la familia que ocupaban la vivienda.
Pronto en el depósito de cadáveres los dos forenses, padre e hijo, descubrirán que el nuevo encargo no es una simple rutina y que, aunque por fuera el cuerpo está intacto y no se le encuentran señales de violencia, observan que no tiene huellas dactilares y sí evidencias físicas muy extrañas en el interior que ha sido violentamente trasteado, víctima quizá de una terrible fuerza ritual.
Conforme avanza la disección nos irá dando la clave del estado del cuerpo y del motivo de los crímenes de la familia de la casa donde fue encontrado.
Con precisión metódica, su autopsia pone al descubierto los secretos ocultos en el interior del cadáver.
Ambos tendrán que resolver el enigma de su identidad en esta cinta de suspense y terror que llega a las carteleras con prácticamente tan sólo tres personajes en escena.
El guion quiere ir más allá de las habituales características del género del cine de terror, pero sin los tics habituales y los trucos de sorprender al espectador a base de ruidos o subidas de la música, desarrollándose toda la acción prácticamente sin salir del sótano donde se encuentra la sala de autopsias y el depósito de cadáveres, lo que lo convierte casi en una pieza teatral.
Con brillantez y sin apenas sobresaltos se nos van mostrando todos los aspectos más sórdidos de la autopsia, lo que constituye una especie de documental sobre este asunto y al tiempo una clase de disección anatómica.
A lo largo de la trama junto a este interesante aspecto, que posiblemente no todo el mundo pueda soportar dado el realismo con el que se muestran dichas escenas, se nos ofrece la relación paterno filial ante lo que descubren con gran asombro.
Hasta aquí la película se desarrolla por unos causes normales e incluso diríamos que interesantes, pero justamente a la mitad del metraje, poco a poco empiezan a aparecer los fenómenos paranormales que hacen que vaya perdiendo verosimilitud y fuerza.
El director noruego, con un modesto presupuesto, opta por el miedo en su más pura acepción para derivar en mitad de la proyección por lo sobrenatural de manera contenida sin apenas efectos especiales.
Un correcto trabajo del veterano Bryan Cox junto con el joven actor Emile Hirsch que le da buena respuesta y llevan el peso de la acción.
Premio especial del jurado en el Festival de cine de Sitges. Mejor film en el Festival de cine de Austin. Mejor cinta en el Fantastic Fest. Mejores efectos especiales en Molins de Rei.
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