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CRITICA
Por: PACO CASADO
El joven cineasta Fernando González Molina, formado en la televisión, se ha convertido en poco tiempo en uno de los directores españoles con gran oficio y más comerciales ya que sus aún pocos productos han sido todos ellos éxitos importantes de taquilla, no sólo en España sino también en otros países, la mayoría basados en novelas famosas de gran tirada, racha que espera continuar con ésta.
En los márgenes del río Baztán, en el valle de Navarra, aparece el cuerpo desnudo de una adolescente en una circunstancia que lo relaciona con un asesinato ocurrido un mes atrás.
La inspectora jefe de Homicidios de la Policía Foral de Navarra, Amaia Salazar, que se formó en el FBI, que con frecuencia se comunica con su mentor, dirige la investigación de estos asesinatos en serie de chicas adolescentes que aparecen desnudas, que la llevará de vuelta al pueblo de Elizondo, donde nació y creció, del que ha tratado de huir toda su vida y a donde no esperaba tener que volver nunca.
Es una mujer dura, valiente e intuitiva, a pesar de su débil aspecto físico, que al mismo tiempo muestra la inseguridad y el miedo que lleva en su interior, con una capacidad innata para advertir la maldad humana, marcada por un trauma de la niñez, desarrollado en un ambiente enfermizo, con una madre que la maltrataba y una hermana que la aborrece.
Enfrentada con las complicadas derivaciones del caso, su pasado familiar y sus propios fantasmas, la investigación de Amaia es una carrera contrarreloj para dar con un implacable asesino en serie, en un mundo hipnótico y brutal, en una tierra fértil en mitos y brujería.
Es interesante la mitología vasca en torno al personaje del basajuan al que hace referencia el título del film del que ofrece muchos detalles en este sentido uno de los personajes de la trama que es muy aficionado a echar las cartas.
Es una película de intriga, un thriller psicológico, que tiene parte de drama familiar, pero al mismo tiempo es una historia local y universal, expresada a través del género del cine negro, con una atmósfera única y opresiva adobada por el clima húmedo y lluvioso de la zona, con supersticiones hondamente arraigadas.
Describe bien el valle de Baztán donde transcurre la novela, un lugar de bosques frondosos en los que llueve casi constantemente.
Es la adaptación cinematográfica de la primera novela de la famosa trilogía de Baztán, de Dolores Redondo, que se completa con la segunda 'Legado de huesos' y la tercera 'Ofrenda a la tormenta', que ganó el Premio Planeta de 2016, con casi un millón de lectores y con más de 400 páginas de texto.
El guion se entretiene demasiado en los muchos crímenes que se van sucediendo a lo largo de la trama, así como en algunos flash backs de la infancia de Amaia que no quedan muy claros, que hace que se prolongue su metraje, pero la verdad es que no aburre en ningún momento, llevado con buen ritmo por parte de la dirección.
La fotografía saca partido del paisaje cuya climatología pone dramatismo en la acción, siempre gris, sin que salga el sol en ningún momento y éste pueda brillar con claridad.
La adecuada música de Fernando Velázquez, compositor cada vez más inspirado, subraya los momentos dramáticos de la historia.
Esta quinta cinta del pamplonés Fernando González Molina, director de Fuga de cerebros (2009), 3 metros sobre el cielo (2010), Tengo ganas de ti (2012), Palmeras en la nieve (2015) y ahora 'El guardián invisible' (2017), la mayoría basadas en novelas de éxito, nos ofrece una historia protagonizada por mujeres, con hombres que están detrás, que es un regalo de personaje para la actriz vasca Marta Etura, en el papel de una mujer introvertida, en la que la climatología marca su carácter y provoca una atmósfera inquietante, en un estudio de la maldad humana.
A su lado destaca el personaje de Elvira Mínguez en un papel sobrio y dramático, fundamental en el devenir de los hechos, cuya aparición en pantalla hace que el interés suba varios enteros.
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