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CRITICA
Por: PACO CASADO
Continua la moda de seguir exprimiendo el limón de las franquicias yendo de atrás adelante y de nuevo retrocediendo con las historias que crean confusión en los espectadores con tanto ir y venir.
Otra vez es el octogenario director británico Ridley Scott quien se pone a los mandos de esta nueva entrega de la saga cuando han pasado casi cuatro décadas desde que 'Alien, el octavo pasajero' (1979) se estrenara.
El monstruo vuelve ahora en la sexta película de la serie a la que se regresa tras su paso por 'Prometheus' (2012).
Año 2104. Rumbo al remoto planeta Origae-6, al otro lado de la galaxia, la tripulación de la nave colonial Covenant, que transporta 2.000 colonos para poblarlo, tras una avería, es despertada de la hibernación siete años antes de tiempo y se ve obligada a desviar el rumbo.
Una parte de la tripulación aterriza en un módulo de la nave en lo que en un principio se piensa que es un planeta habitable, un paraíso inexplorado, pero resulta ser un mundo oscuro y hostil cuyo único habitante es un ser sintético llamado David, el prototipo original de un androide superviviente que acompañó a la tripulación de la malograda expedición del Prometheus.
Es la segunda parte de 'Prometheus' (2012) y anterior a 'Alien el octavo pasajero' (1979), cuya acción se sitúa 30 años antes, que es la más espectacular pero la menos original.
'Prometheus' planteaba temas tan interesantes como el origen de la creación, de dónde venimos, quién es Dios, así como alguna escena de impacto, aunque era algo diferente de lo que esperaban los fans de la saga y los monstruos aparecían poco.
Esta nueva entrega parece creada para darles satisfacción, es más cercana al terror y la estética de 'Alien' que a la metafísica de 'Prometheus' y aunque sigue la línea filosófica y mística, vuelve a recuperar al monstruo encerrado en un lugar donde una serie de personas tratan de sobrevivir a sus ataques para terminar muriendo, la incógnita está en saber en qué orden y momento irán cayendo.
A pesar de ser un argumento que hemos visto a lo largo de una saga con muchos altibajos, aún teniendo buenos directores, sin embargo sigue entreteniendo.
Esta sexta entrega, es cronológicamente la segunda, la continuación de 'Prometheus' (2012) de Ridley Scott y ambas ocurren antes de las cuatro realizadas entre 1979 y 1997: 'Alien, el octavo pasajero' (1979), de Ridley Scott, 'Alien, el regreso' (1986), de James Cameron, 'Alien 3' (1992), de David Fincher y 'Alien Resurrección' (1997), de Jean-Pierre Jeunet.
Curiosamente no se ha titulado como segunda parte de 'Prometheus' sino con el nombre de la nave espacial a pesar de que sólo un tiempo se desarrolla en ella ya que tiene una parte menos claustrofóbica que sucede fuera de la misma, en donde tiene mucho protagonismo Walter, un androide que goza de libre albedrío que prácticamente dirige y controla la nave durante la hibernación de la tripulación hasta que surgen los problemas y son despertados.
Si recordamos 'Prometheus', la única superviviente fue la doctora Shaw y el cuerpo roto del androide David que, tras recuperarse se ha mantenido ocupado jugando en el nuevo planeta a ser Dios y convertirse en un creador en muchas facetas.
Walter es un androide de una generación superior a la de David, es una copia mejorada y aunque son iguales en su estética y maneras, no actúan de la misma forma y ambos son magníficamente interpretados por Michael Fassbender.
La primera secuencia en la que conocemos a Walter, sus cualidades y posibilidades de actuación y su conversación con su creador, es una especie de anticipo de lo que será la lucha entre Walter y David, es excelente así como el decorado en donde se desarrolla.
La película es entretenida pero también plantea preguntas interesantes como quiénes somos, de donde venimos o quiénes son nuestros creadores.
Un film que combina ciencia ficción con tensión y puro terror con sangrientos ataques de la emblemática criatura.
A pesar de que visualmente es magnífica y técnicamente es impecable, con excelentes efectos especiales, decorados y brillante fotografía, no está tan lograda como la original pero cumple con creces con una aventura oscura que combina el terror en el espacio con unos tintes filosóficos de ciencia ficción.
Para ser de Ridley Scott no ha resultado el producto que esperábamos y pensamos que deja el final abierto para una posible continuación de una serie que se hace ya demasiado larga en títulos y en metraje.
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