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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine español está haciendo últimamente algunas coproducciones que no son habituales y algunas casi diríamos que inéditas como ocurre con 'Ignacio de Loyola' (2016) filmada en colaboración con Filipinas.
De este santo hay ya un precedente en la película 'El capitán de Loyola' (1949), dirigida por José Díaz Morales, en blanco y negro, y ahora nos llega este biopic sobre este hombre que cambió el rumbo de Occidente, guerrero, mujeriego, y sus relaciones con la infanta doña Catalina de Austria, antes de ser monje y posteriormente santo, que vivió en el siglo XVI, que fue el fundador de la Compañía de Jesús, que nos ha dado el primer Papa jesuita, Francisco.
Dirigida por un filipino, Paolo Dy, que creció en una escuela fundada por los jesuitas, que muestra así su admiración por San Ignacio, e interpretada por el madrileño Andreas Muñoz, cuenta la historia por etapas, una primera en la que conocemos la infancia y juventud del noble, el soldado, que ocupa la media hora inicial hasta que después de la batalla contra los franceses resulta herido en Pamplona en una pierna estando al borde de la muerte y tras sanar se vio obligado a abandonar la carrera militar, comienza a leer vidas de santos que le llevan a adoptar la decisión de dejar la violencia externa y emprender una nueva batalla enfrentándose a sus demonios interiores, abandonando a los suyos, dejándolo todo y dedicándose a los demás, llegando a pedir limosna para poder dar de comer a los más necesitados.
Hay una parte de predicaciones y de consecución de varios compañeros que le llevan a enfrentarse a la justicia eclesiástica que no está muy bien explicada.
Otra faceta es la del juicio de la Inquisición en Salamanca en 1537, en la que el montaje es un tanto farragoso y efectista, recurriendo a repetir imágenes que ya hemos visto con anterioridad, que alargan innecesariamente el metraje haciéndolo tedioso y rompiendo el ritmo, como es también excesiva la penitencia que se inflige a base de latigazos, para terminar con la liberación y exculpación por el juicio a que es sometido del que sale inocente tras conocer los jueces los escritos de los Ejercicios Espirituales y el diario que llevó a cabo.
El film posee una buena ambientación aprovechando los decorados naturales y un lujoso vestuario, resaltados por la fotografía y la envolvente música utilizada en momentos muy puntuales.
La interpretación es bastante correcta, aunque el guion con sus altibajos no nos acaba de dejar satisfechos.
La buena intención y el oficio de Paolo Dy que debuta en el largometraje sacando bastante partido del escaso presupuesto, que no llega al millón de dólares, rodada en tan sólo 17 días, aunque aporta lo necesario para hacer el retrato del santo, que parece más bien hecho para la televisión, que no realza ni engrandece los valores de este gran hombre que deja su acomodada vida para dedicarse a los demás hasta llegar a los altares.
Tras los créditos finales se nos informa de la fundación con sus compañeros de la Compañía de Jesús en 1540 y de su canonización como santo en 1622, aspectos que no nos ofrecen las imágenes.
Vista en versión original choca que siendo un tema tan español fuera rodada en inglés, con actores la mayoría hispanos y que en algún que otro momento se oiga una frase en nuestro idioma. Cuestiones de la distribución mundial.
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