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CRITICA
Por: PACO CASADO
Un drama sobre el racismo que recrea los disturbios que sacudieron en la ciudad de Detroit, en el Estado de Michigan, entre el 23 y el 28 julio de 1967, a raíz de una redada en un bar nocturno afroamericano, que no tenía licencia, donde se celebraba una sencilla fiesta de soldados negros veteranos de Vietnam.
La posterior incursión de la policía en el motel Algiers acabó con la muerte de tres jóvenes de color y nueve personas más heridas, que desencadenó uno de los levantamientos ciudadanos más violentos de la historia de los Estados Unidos, como refleja este largometraje con más de cuarenta muertos y miles de heridos en un ambiente de represión, injusticia racial y discriminación sistemática.
Lo que sucedió en las horas siguientes, ocultado durante cincuenta años, fue un episodio brutal de golpes, torturas y asesinatos, ocurrido el 25 de julio de 1967 en el motel Algiers donde había un grupo de afroamericanos y dos mujeres blancas que fueron acusadas de prostitución y posteriormente arrastradas hasta suplicar por sus vidas, siendo algunos asesinados a sangre fría y sin embargo, los policías, que se saltaron las reglas al interrogarlos con brutales palizas para que confesaran, fueron absueltos.
La película mantiene una tensión difícil de soportar que se inicia con imágenes de archivo sobre esa barbarie racista, que está en la línea de otras de la directora Kathryn Bigelow, con su estilo tremendamente realista lleno de tensión, como 'En tierra hostil' (2008) y 'La noche más oscura' (2012), sobre ficción documental hacia el que ha dado un giro últimamente en su filmografía.
En las imágenes del comienzo iguala la fotografía con la de los documentales de la época, con una cámara a mano ágil y en constante movimiento, mareante en ocasiones aunque no demasiado, pero apabulla a base de hacerse larga y excesiva con tanta violencia.
En la trama se pueden ver claramente varias partes, una primera hora aproximadamente en la que se nos expone de forma documental los abundantes incidentes que se provocaron, quemando viviendas y saqueando comercios, siendo perseguidos e incluso tiroteados por la espalda algunos de los asaltantes mientras corrían de la policía.
La segunda hora se centra en los incidentes del motel Algiers en los que tras disparar un hombre de color con una pistola de fogueo, es tomado por un francotirador e invadido el establecimiento por la policía y la guardia nacional en busca del culpable y el arma empleada, para lo que secuestran materialmente a varios negros, entre ellos el cantante Larry Reed y su amigo Fred Temple y dos chicas blancas que son maltratados en busca de información, que igualmente se abusa en ello en su metraje y en la extrema violencia.
Finalmente los últimos metros se emplean en el vergonzoso juicios en el que los culpables de las muertes y el maltrato resultan absueltos.
Sus personajes son esquemáticos y maniqueos en favor de los negros y en contra de los agentes de la ley, para terminar haciéndose efectista y desinflarse finalmente.
Utiliza un reparto de actores poco conocidos destacando entre ellos John Boyega en el papel de un agente de seguridad que es testigo de lo que ocurre y Will Poulter en el joven y sádico policía maltratador, que roza la caricatura.
Como documento de lo sucedido en la primera mitad es válido, pero realmente argumentalmente la segunda que es reconstrucción de lo sucedido lo es menos, resultando poco atractiva de cara al interés que pueda provocar en el espectador, lo que se corrobora por el poco éxito tenido en la taquilla americana.
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