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CRITICA
Por: PACO CASADO
No nos llegan muchas películas de la cinematografía magiar, pero cuando lo hacen, podemos ver que tienen una look y una calidad que no es frecuente encontrar en nuestras pantallas.
'En cuerpo y alma' (2017) nos cuenta una historia que se nos antoja original, la de Endre, que es el director financiero de un matadero de Budapest, con una discapacidad en un brazo, que se interesa por Mária, la nueva inspectora de calidad que ha llegado a su empresa, una joven de rostro impasible, estricta y reservada, con sus neurosis, fobias y manías, con dificultad en el contacto físico, que no es bien recibida por el resto de compañeros, que incluso se burlan de ella, por su hierática forma de comportarse; la acaban de contratar, de forma temporal, como veterinaria para analizar las carnes.
A pesar de sus diferencias, ya que son dos personas muy distintas en carácter y en edad, sin embargo la casualidad les va a hacer saber que tienen algo en común que les puede unir.
Tras una entrevista con una psicóloga, en un control de la empresa al ocurrir un suceso puntual, ésta descubre que ambos tienen el mismo sueño.
Ellos empezarán a conocerse lentamente y verán que comparten además la misma forma de entender el mundo que les rodea y tratarán de convertir en realidad sus experiencias oníricas derribando sus propias barreras, en esta fábula sobre el dolor, la belleza, la vida y el amor.
Es un drama delicado y sensible, un tanto insólito, que se inicia con dos ciervos que caminan por un bosque nevado, que posteriormente siguen apareciendo de forma paralela a la narración, lo que puede interpretarse como una alegoría o metáfora, que tendrá su importancia en este retrato de esas dos personas encerradas en si mismas.
Él cree que es un hombre mayor, que tras la muerte de su esposa ya no está en edad de volverse a enamorar, y tiene complejo por ello, mientras que ella es solitaria, callada e introvertida, una mujer que tiene problemas de adaptación con el mundo que le rodea, que nunca se ha enamorado, es virgen, no tiene experiencia de estar con un hombre, sobre lo que se ilustra para aprender.
Esta peculiar producción, que es más de miradas que de palabras, es una historia de amor y de amistad entre dos seres inadaptados y solitarios, que les cuesta relacionarse con otras personas por diversos motivos, de la realizadora húngara Ilkidó Enyedi, que hace dieciocho años que no dirigía un film, que es su séptimo largometraje, con una escena muy realista sobre cómo se trata a los animales en el matadero, pero después se convierte en poesía.
Tiene una forma de contar esta historia nada convencional, un poco diferente y más arriesgada de lo que es habitual, que cuida mucho los primeros planos y con una interpretación un tanto extraña del personaje de Mária por parte de la actriz Alexandra Borbély, que tiene un rostro impasible a lo largo de toda la proyección, posiblemente debido a la enfermedad de Asperger, que le hace comportarse así.
Hay una simbología en las imágenes al comienzo que explica este relato con esos dos ciervos corriendo por la nieve en una bella estampa, realzada por una estupenda fotografía.
Además de los valores sentimentales y emocionales de estas dos personas, con dificultades de comunicación, es una fábula sobre la soledad.
La cinta es un ejercicio de amor, a pesar de lo extraño de la propuesta, entre dos seres tan dispares y solitarios, pero logran conectar con el espectador.
Es la candidata al Oscar a la mejor película en habla no inglesa por Hungría. Oso de oro al mejor film, mejor dirección, Premio Fipresci y Premio Ecuménico en el Festival de cine de Berlín. Mejor película en el Festival de Sydney.
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