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CRITICA
Por: PACO CASADO
Después de su paso por los festivales de Venecia y San Sebastián llega a las carteleras 'El tercer asesinato' (2017).
Tras los dramas familiares de 'Nuestra hermana pequeña' (2015) y 'Después de la tormenta' (2016) el prestigioso director japonés Hirokazo Kore-eda, se inicia en un nuevo género: el thriller.
El cineasta deja de lado sus habituales traumas de familias y se introduce de lleno en el cine policiaco, dando un giro a su trayectoria, en títulos como 'Nadie sabe' (2004) o 'Still Walking' (2008), para contarnos en su largometraje número doce la historia de Mikuma, un hombre con antecedentes penales, por un doble homicidio ocurrido hace 30 años, por el que ya cumplió pena de cárcel, que se declara autor del robo con homicidio, del que se le acusa, del dueño de la fábrica donde trabajaba, ya que fue despedido, y su abogado, el prestigioso Shigemori, decide iniciar una investigación cuando descubre aspectos extraños en el caso.
En una trama paralela se centra en la vida de Shigemori, el conocido abogado que defiende a Misumi, que es un hombre divorciado y con una hija que de vez en cuando recurre a su padre cuando se mete en problemas.
Lo que parece ser un caso sencillo se complica por las mentiras de todas las personas implicadas en esta historia que se desarrolla en la sala del tribunal, sobre todo en la segunda mitad, donde se juzga al presunto asesino, quien según avanza la trama va pareciendo cada vez menos culpable, aun cuando el espectador está seguro de haberle visto cometer el crimen al inicio, pero tal vez el director juega sucio y nos engaña.
Las posibilidades de que gane el caso son escasas ya que su cliente se reconoce culpable, aunque ello tal vez le signifique la pena de muerte. Pero a medida que se desentraña el caso y se escuchan los testimonios del propio Misumi y de la familia de la víctima, se empieza a dudar de su culpabilidad.
Poco a poco se va averiguando lo que puede ser la supuesta verdad de entre las varias versiones que el acusado da constantemente de lo sucedido en los sucesivos enfrentamientos que tienen lugar en la prisión entre el criminal y su abogado.
Interesante aunque se embrolla un poco con tantas versiones diferentes de lo ocurrido, y a pesar de haber cambiado de género e introducirse en el thriller judicial, sigue hablando de lo mismo, que en el fondo es de la paternidad y sus consecuencia cuando se ejerce bien o mal e insistiendo en las relaciones familiares, en la figura del padre y también de los hijos.
Los personajes en las películas de este director siempre tienen problemas, al margen del conflicto central que trate.
En la primera hora cuesta entrar, es más lenta al presentarnos a los distintos personajes, comenzando por el propio abogado que también tiene sus problemas, pero mejora mucho en la segunda parte para terminar con la resolución con una secuencia magnífica en la que vemos al acusado y a su abogado hablando reflejados en un cristal, con las caras superpuestas, mostrando así las dos verdades, los dos puntos de vista y la tensión entre ambos.
Un interesante film de este gran director, cuya puesta en imágenes va al mismo paso lento de la investigación por descubrir la verdad que, sin cambiar de registro, nos ofrece una historia de tribunales a la japonesa en la que parece que interesa más castigar al culpable que conocer la verdad.
Kore-eda plantea un caso que parece sencillo pero se complica, sobre la justicia y cómo la sociedad juzga a la gente y de paso condena la pena de muerte vigente en su país.
Un thriller que plantea al espectador dudas e interrogantes sobre las múltiples caras de la verdad y una reflexión sobre el sacrificio y el funcionamiento de la justicia.
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