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CRITICA
Por: PACO CASADO
Los hermanos Bobby y Peter Farrelly comenzaron haciendo 'Dos tontos muy tontos' (1994) y 'Vaya par de idiotas' (1996), pero cuando alcanzaron la cumbre de su fama fue más recientemente con 'Algo pasa con Mary' (1998), un auténtico éxito en las pantallas de todo el mundo.
Su humor es diferente, rompe moldes y usa de cuestiones que por ética no se habían planteado en la pantalla, pero no cabe duda de que es eficaz, aunque la mayoría de las veces utilizan la sal gorda y situaciones más o menos procaces y escatológicas.
Ellos, que comenzaron con Jim Carrey como protagonista de 'Dos tontos muy tontos' (1994), han querido volver al principio para hacer 'Yo, yo mismo e Irene' (2000), y cuentan de nuevo con él para esta historia de un agente de policía más bueno que el pan, que ayuda a todo el mundo, que es engañado por su mujer con un enano negro, chofer de la limusina de su boda, que le da tres hijos de color y le abandona.
Pero un día todo lo que tiene dentro le aflora y su personalidad se desdobla en Charlie, el poli bueno y Hank el macarra soez y deslenguado que le pone en más de un apuro.
Jim Carrey tiene aquí la doble oportunidad de ofrecer el lado comedido de 'El show de Truman' (1998) o 'Man on the Moon' (1999), frente al gesticulante e insoportable cómico de 'Ace Ventura, un detective diferente' (1994), por ejemplo.
En cambio los Farrelly no han olvidado su característico humor aunque parece que también están un poco más equilibrados en esta ocasión, consiguiendo una película divertida, pero nada más.
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