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CRITICA
Por: PACO CASADO
La directora británica aborda su cuarta película que compitió en la Mostra de cine de Venecia 2000 donde pasó con más pena que gloria.
Es hasta ahora su cinta más sencilla y asequible al gran público en la que cuenta una historia despojada de todo el barroquismo de sus dos títulos anteriores 'Orlando' (1992), 'La lección de tango' (1997).
Suzie, una niña rusa judía, queda en manos de su abuela al marchar su padre a Estados Unidos huyendo de la revolución bolchevique.
Al subir Hitler al poder y comenzar la persecución antisemita intenta huir también a Norteamérica en busca de su padre pero se queda en Inglaterra, siendo adoptada por una familia cristiana. Ya de mayor se marcha a París y se gana la vida como cantante en el coro de una compañía de ópera, donde conoce a su amiga Lola, al tenor Dante, afecto a las doctrinas de Mussolini y al gitano César, cuya raza es también perseguida, como los judíos, del que se enamora.
El relato, que arranca con interés, apuntando el desamparo, el dolor y la supervivencia de unos seres perseguidos, se estanca en la continuación en muchos momentos sin que ocurra nada destacado, en una narración plana, sin altibajos emocionales a pesar de apuntar los horrores de la guerra, la separación de las familias o la devastación de los pueblos.
Sally Potter está más pendiente de lo estético que de contar bien la historia a la que le falta emoción y resulta fría en muchos momentos.
Su cuidada puesta en escena va más tendente a configurar bellas imágenes, adornadas con una buena banda sonora, que a dar un armazón a los acontecimientos.
En el reparto los mejores son Cate Blanchett (Premio a mejor actriz secundaria del National Board of Review y del público en los Chlotrudis Awards) y John Turturro, siendo bastante inexpresivos Christina Ricci y Johnny Depp.
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