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CRITICA
Por: PACO CASADO
Nicolás Lencke es un actor argentino de televisión que tras romper con Martín, el productor de Rivales, la serie que está interpretando en esos momentos, y de tener una relación sin futuro con un hombre casado, decide probar suerte en el cine indie americano y se marcha a Nueva York.
Pronto tiene ocasión de descubrir que por su aspecto físico no encaja, ya que es demasiado rubio, de corte caucásico, para ser latino y tiene un acento muy cerrado para parecer norteamericano.
Nico intenta sobrevivir y termina haciendo trabajos que no le son habituales, como babysitter de Theo, el bebé de Andrea, una amiga, que tiene una escuela de yoga, al que termina por tomarle cariño y el pequeño le quiere más que a su propio padre.
Es una película sobre el éxito y el fracaso, la lucha del exilio autoimpuesto y de cómo los placeres del anonimato y la libertad contrastan con el dolor, la soledad y la pérdida que conforman la experiencia que llevan a cabo los inmigrantes.
Nico tiene unos 35 años y trata de hacer carrera en los Estados Unidos, sin ayuda, ni contactos, pero cegado por el espejismo de poder triunfar algún día, tratando de entrar en un film que va a hacer un director mexicano que nunca acaba de empezar a rodar ya que la producción cambia constantemente de criterio.
Nico deja la serie televisiva de gran éxito que interpretaba en Argentina cuando iba por la tercera temporada y dio la casualidad que la audiencia bajó tres puntos a partir de su ausencia.
Entre tanto en Nueva York vive de prestado en el piso de Briana, una amiga lesbiana, y acepta cualquier trabajo ocasional que le ofrezcan como camarero, limpiando apartamentos de alquiler entre un cliente y otro, pero no pierde la fe en su talento, ni renuncia a su sueño de que algún día triunfará.
Toca además el tema de la homosexualidad del protagonista que terminará descubriéndose a sí mismo.
La cinta trata del problema de este emigrante argentino en los Estados Unidos que va en busca de hacerse un porvenir, pero al que tras sufrir la soledad y el anonimato, sin encontrar cómo echar raíces en una tierra ajena, y le caduca la visa, como ellos la llaman, ha de volver al Buenos Aires que dejó atrás.
La directora argentina Julia Solomonoff, ahora afincada en Nueva York, tras hacer media docena de cortos, debutó en el largometraje con 'Hermanas' (2005), a la que siguió 'El último verano de la Boyita' (2009) y ahora, tras ocho años trabajando en series de televisión, regresa al cine con su tercer título 'Nadie nos mira' (2017), que es el primero que rueda en Estados Unidos, para el que tuvo dificultades ya que tuvo que filmarlo a lo largo de tres años.
Tal vez esas demoras fueran debidos a que son cinco los países que forman parte de la coproducción, entre ellos España, a través de la productora de Isabel Coixet.
El guion es demasiado plano, sin altibajos dramáticos o emocionales y se detiene demasiado en la forma en que se busca la vida Nico, roba en los supermercados o se divierte fomentando fiestas de gays tratando de satisfacer su homosexualidad, que no hacen más que alargar demasiado una historia que se hace algo reiterativa en algunos momentos al no tener mucho que contar.
El actor Guillermo Pfening tiene una buena presencia y da bien el tipo haciendo un trabajo bastante correcto sobre el que recae todo el peso de la interpretación.
Premio del jurado a Guillermo Pfening en el Festival Tribeca. Premios Trophy a la mejor película, actor (Guillermo Pfening), montaje y de la crítica en el Festival de Cine Ceará.
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