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CRITICA
Por: PACO CASADO
No deja de ser curioso que en la misma semana coincidan en la cartelera dos producciones que exponen el sacrificio de una mujer en favor de su marido y así lo hacen 'Animales sin collar' (2018), Nora en favor de su esposo un político a punto de alcanzar la presidencia de la Junta de Andalucía, y en 'La buena esposa' (2018) Joan, una mujer perfecta y devota de su marido Joe Castleman al que acaban de otorgarle el Premio Nobel de Literatura 1992. Ambas tienen un secreto que desvelar.
Un drama que narra la historia de Joan, que lleva 40 años sacrificando sus sueños y ambiciones para mantener viva la llama de su matrimonio.
En vísperas de que éste, un famoso pero machista, soberbio e infiel escritor neoyorquino, reciba el premio Nobel de Literatura, Joan revelará un secreto que podrá romper su matrimonio.
Se basa en la novela 'The wife', de la norteamericana Meg Wolitzer, publicada en 2003, y está realizada por el director de teatro y cineasta el sueco Björn Runge.
El autor norteamericano se va a Estocolmo con su esposa y su hijo David, que desea ser escritor, y también se desplaza un periodista que quiere escribir su biografía para descubrir los secretos de su vida y de su obra.
Glenn Close, que está espléndida, interpreta a esa inteligente mujer y abnegada esposa, tapada por el ego de su marido, que está siempre pendiente de él, que lo cuida y le ha perdonado sus infidelidades en silencio para mantener su matrimonio, mientras ella es todo lo contrario, tímida y recatada, sin afán de notoriedad, que fue víctima en los años 50 de los prejuicios sociales de la época con respecto a la infravaloración de la mujer en un mundo dominado por los hombres.
La película nos enseña cómo funcionan los premios Nobel, cómo se ensaya la ceremonia, los actos que hay, cómo se celebran y la presión a que son sometidos los galardonados por los medios de comunicación.
Paralelamente a la ceremonia en Suecia, se acompañan unos flash backs en los que se nos muestra la evolución de la pareja, cuando él era un simple profesor casado y con hijos y ella su alumna.
Él es un tipo egoísta e incorregible conquistador y pese a todo siente admiración y cariño por su mujer a la que siempre elogia en cuanto tiene ocasión, aunque ella no quiere que haga.
Este séptimo largometraje del cineasta Björn Runge, está realizado antes de que estallara en la Academia sueca el escándalo de los abusos sexuales que hizo que este año no se diera el Nobel de Literatura, lo que le ha dado una perspectiva distinta al film, algo que era imprevisible.
La historia transcurre durante los breves días de la estancia en Estocolmo de la pareja, mientras que un periodista se empeña en conocer la forma de crear del escritor, sobre todo a través de la esposa, ya que él siempre lo esquiva con alguna excusa al no desear acceder a ello.
El guion mantiene el interés de principio a fin y en los flash backs vamos viendo la vida de la pareja en su relación de amor y de creatividad, mientras Joan evoluciona desde que era joven hasta que estalla su descontento.
Si se hubiera prescindido de las escenas retrospectivas tampoco se hubiera desequilibrado la narración, ya que algo se sospecha que hay entre ambos para llegar al imprevisto final.
Lo mejor de esta cinta es la interpretación que llevan a cabo el actor galés Jonathan Pryce y sobre todo el trabajo de Glenn Close cuyas miradas son inenarrables, siendo uno de los mejores trabajos que le recordamos.
Como curiosidad añadiremos que Annie Starke, que hace de Joan joven, es hija de Glenn Close en la vida real y Max Irons que es David Castelman, el hijo de ambos, lo es de Jeremy Irons.
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