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CRITICA
Por: PACO CASADO
Realizada en la época en la que el CinemaScope estaba de moda y había que hacer largas y espectaculares producciones.
James McKay es un marino que se traslada a Texas para casarse con la hija de un rico ranchero.
Cuando llega se da cuenta de que su futuro suego mantiene una rivalidad a muerte con sus vecinos.
Ambas familias quieren apoderarse de un terreno por el que pasa el río.
Esta historia fue primero una novela por entrega publicada en un periódico y finalmente se convirtió enel guion de esta gran película de casi tres horas de duración.
Inicialmente su presupuesto due de un millón de dólares, pero pronto se disparó a cuatro una barbaridad para la época en la que fue realizada.
Es famosa la disputa que enfrentó a Gregroy Peck como producto y a William Wyler como director.
Todo empezó cuando Wyler se negó a repetir una escena en la Peck conasideraba que había estado bastante mal.
El actor montó en cólera y abandonó el plató.
Cuando regresó Wyler le exigió una disculpa pública a lo que él se negó.
A raíz de aquello, ambos, que eran grandes amigos hasta entonces, estuvieron tres años sin hablarse hasta que se reconciliaron entre bastidores durante una ceremonia de entrega de los Oscars.
'Horizontes de grandeza' (1958) nos relata la lucha entre dos grandes clanes por la posesión del rancho Valverde, perteneciente a la maestra del pueblo, porque es el que posee el agua.
William Wyler, ante el nuevo procedimiento lo tomó con el mismo entusiasmo de un principiante, como lo hicieron Elia Kazan, John Ford, King Vidor o Howard Hawks, grandes maestros como él, a quien tanto le debe la historia del cine.
El tema es mínimo, aunque con repercusiones universales.
Es la eterna lucha del progreso.
Unos hombres duros, fuertes, activos, conquistaron un gran país: el Oeste.
Pero su reinado no pudo superar más de un par de generaciones. Las nuevas civilizaciones impusieron sus métodos.
Este film es una excelente plasmación objetiva de ese sentimiento, y ello a través de una narración impecable, con un sabor a película grande que se paladea minuto a minuto, que tiene su origen en un buen argumento de Donald Hamilton, un gran guion de James R. Webb, Sy Bartlett y Robert Wilder y una dirección excepcional, quizá la mejor de William Wyler.
Fotografía extraordinaria de Franz Planer, así como la música de Jerome Moross.
Notable la labor de los intérpretes, la sobriedad de Gregory Peck o Jean Simmons y Burl Ives logró el Oscar y el Globo de oro como actor secundario.
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