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CRITICA
Por: PACO CASADO
Jeanne, la protagonista de esta historia es una ensayista, cronista de viajes francesa, que viaja hasta la región japonesa de Nara en compañía de su amiga y traductora Hana, que van en busca de una misteriosa planta medicinal mitológica llamada Visión, que cura la ansiedad, los males del cuerpo y del alma, y de esa forma llegan al pueblo de Hosotoge.
Allí conocen a Satoshi, un misterioso hombre, que vive solo en las montañas de esa región japonesa, cuidando de las mismas, esto es, ejerciendo de guardabosques, al que pide que las aloje en su casa por unos día y a quien preguntan por la citada planta que él declara desconocer por completo, pero tal vez su abuela Aki, una anciana ciega, sepa darles una orientación en torno a la misma y les cuenta que esa planta es un hongo que echa su esporas al aire cada 997 día y tal vez en ese otoño o en el invierno próximo se produzca el milagro.
Este viaje le hace reflexionar a Jeanne sobre el tiempo pasado y el amor en un drama de sentimientos que propone al espectador una experiencia sensorial.
A pesar de la barrera del lenguaje y la cultura, ambos sentirán la necesidad de acercarse el uno al otro, por lo que en algún momento surgirá el amor entre ambos, ese amor que es como las olas del mar, que nunca se detiene.
Tras la marcha de Hana, aparece en esta historia Rin, un joven que ha sufrido un accidente y se ha lesionado en una pierna al que recoge Satoshi y se lo lleva a su casa durante la ausencia de Jeanne en una visita de vuelta a Francia.
Así, cuando regresa, el trío tendrá ocasión de compartir las soledades para que se hagan más llevaderas.
La directora japonesa más internacional, Naomi Kawase, a quien se le deben títulos como 'El bosque del luto' (2007), "Aguas tranquilas" (2014) o la estupenda 'Una pastelería en Tokio' (2015), nos ofrece ahora su última película 'Viaje a Nara' (2018), en la que vuelve a ofrecer su peculiar estilo narrativo y su propio universo lleno de magia, lo que se traduce en sus pausadas imágenes.
La cineasta retoma su faceta más introspectiva en este film contemplativo que ensalza el lado mítico de la naturaleza con este canto ecologista, con un paisaje exuberante.
El guion tiene como base un relato demasiado corto como es el viaje de esta mujer con la excusa de encontrar esa planta que tal vez ni exista o que sea una simple leyenda.
Por ese motivo, posiblemente, la realizadora se recrea en exceso en la belleza del paisaje con las escenas de esa naturaleza salvaje, que realmente merece la pena su contemplación, que nos ofrece a base de planos largos que a veces se repiten resultando cada vez más admirables, lo que hace que no importe, que en ocasiones hace que se pierda un poco la noción del tiempo.
La cinta tiene un cierto desequilibrio ya que una buena parte del metraje inicial transcurre con la lentitud antes apuntada, mientras que en los metros finales se acelera de tal modo que quedan cosas por explicar dejando un final abierto, como es ahora tan frecuente cuando no se sabe cómo cerrar una historia.
Por otra parte hay personajes que desaparecen sin dar más explicación, así ocurre con Hana, con Aki, con Jeanne y con unos hombres que aparecen de vez en cuando hablando entre ellos de sus cosas, de la región o del túnel que construyeron que hizo que se despoblara la zona.
La interpretación de Juliette Binoche es muy interesante, como es habitual en ella, llenando la pantalla con su rostro que expresa en silencio los sentimientos con una simple lágrima, dando una gran naturalidad a su personaje del que no se nos cuenta mucho, a la que presta una adecuada respuesta Masatoshi Nagase.
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