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CRITICA.
Por: PACO CASADO
Hay un apartado en el cine de aventuras que es el que desarrolla su acción en la India.
Esta película es una típica representante de esa clase, incluso en la superficialidad del tratamiento que se le da a la historia, una tanto ingenua y convencional.
En el año 1856, la rebelión independentista se extiende por toda la India británica.
El ejército inglés lucha por contenerla.
Jeffrey Claybourne, capitán al mando de una compañía, se lanza al combate al frente de su unidad, en contra de las órdenes dadas por su coronel.
El destacamento inglés, que custodia el estratégico paso de Malakai, sufre un total descalabro y Claybourne que intervino en su defensa, es sometido a un consejo de guerra bajo la acusación de operar por su propia cuenta y le impone solo una leve condena, queda apartado del ejército británico, pero su honor le obliga a renunciar a su carrera militar.
Pero aún como civil tendrá ocasión de ser útil a la causa británica.
Aventuras exóticas tan predecible como agradables, protagonizadas por una pareja especialistas en estas lides, como el gallardo Rock Hudson y la gentil Arlene Dahl.
Este film no llega a la calidad de Kim de la India (1950), de Victor Saville o de Tres lanceros bengalíes (1934), de Henry Hathaway que ganó dos Oscar, pero los imita bastante bien en su parte más espectacular y, como ellos, resulta atractivo por su simple exaltación de virtudes heroicas y por la suerte que corren los personajes, delimitados con claridad desde el propio guion, en un sencillo intento de identificación con el espectador.
Su atractivo principal reside en la ambientación y en la vistosidad de las escenas bélicas, así como en el triángulo de actores que compone su cabecera de cartel, en alza en esos momentos.
En definitiva una cinta de las que ya no se hacen.
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