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CRITICA
Por: PACO CASADO
En esta película concurren dos líneas convergentes.
Por una parte la obsesión que tiene la administración y el pueblo americano en defender ese núcleo tan importante de la sociedad que es la familia.
La otra es la del cine policiaco, que tan arraigado está en la industria cinematográfica norteamericana, casi tanto o más que el género western en su día, hoy prácticamente casi desaparecido.
Frank Morrison se ha divorciado de Susan con quien vive su hijo Danny, que se ha convertido en un niño rebelde, díscolo y mentiroso con todo el mundo, menos con su padre.
Sus padres saben que detrás de su desafiante apariencia se esconde un niño que necesita comprensión y una buena educación.
Pero todo se complica cuando Susan se casa con Rick, un filantrópico hombre adinerado del que poco se sabe, y poco después de la boda, un día Danny cuenta a su padre que su padrastro ha cometido un asesinato.
Todos piensan que es una venganza del chico contra su padrastro y nadie le cree, salvo Frank, su padre, que tratará de evitar que su hijo viva con un asesino en casa y pronto se da cuenta de que el tiempo se le acaba y que puede estar en peligro la vida de su hijo.
Siguiendo la línea de sus últimas producciones la Paramount en esta ocasión contó con todo un especialista en el thriller para llevar a cabo esta cinta de suspense con un reparto estelar.
El guion, aunque sencillo y previsible en su trama, está llevado con mesura y buen ritmo por Harold Becker, especialista en el género como ya lo demostró con cintas como Melodía de seducción (1989), o Malicia (1993) con un correcto trabajo del trío de protagonistas.
Lo que se propone lo logra, que no es otra cosas que entretener. Preio especial para Steve Buscemi de los crítico de San Diego.
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