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CRITICA
Por: PACO CASADO
El realizador Alvaro Fernández Armero, afincado hasta ahora en la comedia con sus tres primeras películas, Todo es mentira (1994), Brujas (1996) y Nada en la nevera (1998), se pasa ahora al thriller psicológico con 'El arte de morir' (2000), en la que se acoge a la moda juvenil rebajando la edad de sus intérpretes para atraer así al público joven que es el que va al cine.
Lo primero que se nos ocurre decir de este film es que se nos antoja cuando menos tramposillo.
Lo de que se parezca a Sé lo que hicisteis el último verano (1997) puede ser una coincidencia, que cambie el rumbo a la mitad como cierta cinta americana y hasta puede ser una simple casualidad.
Pero la cuestión es que resulta poco creíble, si se analiza paso a paso, ya que fallan muchos elementos policiales que no se entenderían en la realidad, ni en la ficción del sueño o de la muerte.
Un pintor desaparece y a los cuatro años alguien encuentra su carnet de identidad, la policía reabre el caso y los seis amigos, que causaron su muerte tratarán de remediar el mal de aquel pasado tumultuoso.
A partir de ahí comienzan a desaparecer en circunstancias extrañas cada uno de ellos.
Pero al final se nos trata de convencer de que lo que han visto nuestros ojos es poco menos que una realidad virtual.
El guion tiene los fallos apuntados y la realización lleva a cabo algunas escenas con cierta pericia y oficio, aciertos parciales por separado que no encajan demasiado bien en el conjunto.
La dirección de actores es muy endeble y como consecuencia algunos de ellos están mal, como no los habíamos visto nunca, entre ellos la novia del director en la vida real, María Esteve.
Muy bien la música de Bingen Mendizabal y la fotografía de Javier Salmones, ambas cosas son de lo mejor de esta película.
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