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CRITICA
Por: PACO CASADO
Con el terror japonés está empezando a pasar como con las películas de karate de hace unos años, con la diferencia de que aquellas no eran copiadas por los americanos y en cambio éstas sufren nuevas versiones a cada instante con lo que las tenemos que ver dos veces.
Takashi Miike debe ser como el Pedro Lazaga español, que era capaz de rodar seis films en un año y sin embargo estaba considerado por algunos como un buen director, al menos así lo era en sus comienzos.
De éste, desgraciada o afortunadamente, no conocemos su obra, salvo Audition (1999), porque como sea el resto como éstas nos creemos felices de no haber tenido que padecer las más de medio centenar que lleva hechas en tan sólo una década.
Una vez más se insiste en el teléfono como un elemento de terror, que no es nuevo, aunque sí en lo que respecta a la tecnología moderna de los móviles, que en este caso sirven para mandar mensajes o recuperar llamadas perdidas a través del buzón de voz.
Así le ocurre a un grupo de amigos que reciben la llamada desde su propio móvil, con fecha de días posteriores a la misma y anunciando su defunción con la fecha y hora exacta.
A partir de ahí se convierte en un rosario de muertes, sustos y demás elementos para el sobresalto, incluido una misteriosa melodía.
Cuidada de fotografía no es más que un producto de consumo que cambia a mitad del argumento a una investigación criminal con final incierto, y con todas las característica de otros títulos del género hechos en Japón, con un guion confuso y embarullado, únicamente encaminado a producir el terror, en este caso protagonizado por Kou Shibasaki quien debutó en Battle Royale (2000).
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