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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine de guerra busca constantemente motivos de acción bélica para plasmar en el celuloide.
Unas veces son hazañas bélicas reales extraídas de los archivos de las grandes contiendas mundiales, mientras que otras se elucubra sobre posibles hechos que tal vez hubieran podido suceder así.
En esta ocasión se nos narra la idea de Hitler de secuestrar a Winston Churchil.
Si se llevó a cabo, de una manera u otra, tal vez quede en el anonimato.
Pero sí es cierto que en alguna ocasión así lo manifestó.
Y hasta puede que este intento se llevara a cabo de forma distinta a como se relata aquí, al ser ametrallado un avión en el que viajaba el premier británico que costó la vida al actor Leslie Howard.
Exactamente a la 1 de la madrugada del sábado 6 de noviembre de 1943, Henri Himmler, jefe supremo de las SS y de la Policía del Estado, recibía en su despacho de Berlín un escueto mensaje: Ha llegado el águila.
Estas cuatro sencillas palabras suponían una grave amenaza para Inglaterra, hacían oscilar la suerte de la Segunda Guerra Mundial e iban a alterar profundamente la tranquila vida de una dormida aldea en medio de la campiña británica.
Hasta allí había llegado, lanzado en la oscuridad de la noche, un destacamento de 16 paracaidistas alemanes al mando de un experimentado oficial, curtido en el frente ruso, con una misión secreta y decisiva: secuestrar al primer ministro Winston Churchil...
Esta película se basa en una popular novela de Jack Higgins en torno a un complot del Tercer Reich para secuestrar al primer ministro inglés en los días de la segunda gran guerra.
A partir de algunos datos históricos, el novelista, y en este caso también el guionista Tom Mankiewicz, cuentan la aventura de ese grupo de élite de paracaidistas alemanes cuya misión consistía en sacar del territorio inglés a Churchil y llevarlo a una base secreta de las SS donde sería interrogado por su jefe máximo Himmler que en el film es quien manda secuestrarlo.
A pesar del muy atractivo tema y de la presencia de un reputado guionista, y de conocerse el fracaso final de la operación, el interés del relato no decae en ningún momento gracias al ritmo que imprime a las imágenes ese gran conocedor del cine de acción que es John Sturges, que tuvo un éxito únicamente discreto y significaría prácticamente el final de una carrera pletórica de cintas de impactos como Los siete magníficos (1960), Duelo de titanes (1957) y La gran evasión (1963), entre otras.
Un excelente reparto de sobrios actores que saben cual es su cometido y que cumplen sin desmayo, confieren a la cinta un gran interés.
Ahí están Michael Caine en una de sus ambiguas caracterizaciones y Robert Duval, sólido actor que saltó a la fama por su intervención en Apocalyse Now (1979) y a quien vimos recientemente interpretar a Eisenhower en su biografía hecha para la televisión y que acaba de ser nominado para el Oscar.
También figuran en el buen reparto Donald Sutherland, Anthony Quayle y Donald Pleasence, e incluso, se puede ver a un viejo conocido de la televisión, Larry Hagman, muy famoso por su personaje de J.R. en la serie Dallas, aquí como un oscuro figurante.
Está bien ambientado, con una buena música de Lalo Schifrin y una fotografía de calidad, no obstante le falta un poco de más garra para ser una película redonda, lo que no afecta para que en el relato se introduzca una historia de amor y la rivalidad entre los mandos alemanes.
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