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CRITICA
Por: PACO CASADO
Año 1942. Durante los primeros días de la participación de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, en el mes de febrero un convoy internacional de 37 barcos aliados, encabezado por el comandante de marina Ernest Krause, un militar sin experiencia, es el encargado de esta peligrosa y arriesgada misión de cruzar el Atlántico Norte, la primera que realiza, mientras es perseguido por varios sigilosos submarinos alemanes dispuestos a darles caza a los componentes del mismo.
Películas de guerra hemos visto muchas a lo largo de toda la labor crítica que llevamos a cabo durante más de medio centenar de años, pero posiblemente no recordemos ninguna como ésta, totalmente diferente a todas las anteriores en la que se limita en todo momento a la logística de la batalla.
Y decimos esto sin pronunciarnos de si es mejor o peor, sino simplemente distinta.
El guion está basado en la novela "El buen pastor", escrita en 1955 por el novelista británico Cecil Scot Forester, cuyo título debe aludir a la misión que tiene el destructor comandado por el capitán Krause como una especie de guardián del rebaño de ovejas, barcos comerciales en este caso, frente a la manada de lobos, que son los submarinos que surgen en este escenario marítimo.
La historia describe esa lucha constante durante varios días y noches, sin apenas dormir, ni comer, ni descansar siempre totalmente pendiente de la batalla y en lucha con el implacable frío nocturno que hasta le empaña los cristales de los visores y luchando con los inconvenientes como que a veces no le funciona el radar para localizar la posición del submarino que ataca en esos momentos para poder destruirlo.
La acción se asemeja a una obra de teatro, ya que en casi ningún momento se sale del escenario del puesto de mando en el que permanentemente está dando órdenes a sus subordinados, algunos de los cuales sí se relevan, mientras que él permanece fijo como un reloj en su lugar como es su deber.
Este puede ser uno de los inconvenientes o problemas de esta película cuya acción se puede hacer un poco monótona, simplemente interrumpida por los bombardeos ocasionales contra los submarinos y el impacto causado por éstos en algún componente del convoy.
El otro es que todo el diálogo es puramente técnico a base de coordinadas y vocablos claves propios de estas maniobras bélicas que se utilizan en esa jerga militar a la hora de dar las órdenes de un rumbo determinado o de una acción de combate.
A pesar de lo reducido del escenario la cámara a mano se mueve con bastante agilidad y la planificación no se hace muy monótona, pero a veces resulta cansina y repetitiva.
En cuanto a la interpretación Tom Hanks se toma muy en serio su papel y hace una buena labor en este sentido, habiéndose encargado también de la adaptación de la novela a la hora de escribir el guion de la misma.
Posiblemente pueda tener un gran interés para los aficionados a este tipo de cintas bélicas o que estén versados en este lenguaje de la marina, pero puede que aburra al espectador medio.
Al igual que otras veces nos encontramos con títulos en los que el papel importante lo llevan las mujeres, en este caso es al contrario, siendo los hombres, mientras que la mujer queda reducida a la mínima presencia.
Tras ejercer como director de fotografía Aaron Schneider se pasó a la dirección realizando un episodio de una serie de televisión y el corto 'Two soldiers' (2003) con el que ganó el Oscar, debutando en el largometraje con El último gran día (2009), siendo "Greyhound: Enemigos bajo el mar" (2020), su segundo título del que hace una puesta en imagen algo funcional y sale discretamente airoso del difícil compromiso.
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